Por qué está mal visto ser rico

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Forbes 89 / Noviembre 2021

Para decir que algo es bueno que algo es bueno los españoles dicen “que es envidiable”. Así supo ver el ciego Jorge Luis Borges el picazón del españolito al que guarda Dios si se entera que otro acumula plata y a él le falta. Que en España ser rico ofende a nadie puede sorprender, pero yo lo veo de otra manera.

De la envidia mal entendida y del poder que por consenso se le otorga al dinero habla esta lista de fortunas, algunas personales, familiares, otras heredadas, muchas divisorias, ya sean encontradas o bien forjadas a golpe de emprendeduría, de casi un millar de españoles que publicamos cada otoño.

Parecen muchos, pero este país ebería preguntarse si no sería mejor que la lista Forbes de las mayores fortunas fuese el doble de grande. Es cierto que también sería mejor si la desigualdad entre los más ricos y los más desfavorecidos fuese menor, quién lo duda.

La lista Forbes de los ricos representa a los mayores empleadores privados de este país, y en España, donde tanto y tan bien se vive, el trabajo aún nos falta. No me olvido del gigantesco tejido empresarial de pymes que nos sustenta.

Al rico se le adjudica algún pillaje para proteger su fortuna, y les aseguro que Hacienda eso hace años que lo persigue; pero no se le reconoce su capacidad de generar empleo. Entre las riquezas heredadas habría que distinguir el patrimonio que no produce —les aseguro que es el menor de todos— y la riqueza puesta a producir. Ningún empresario ha hecho fortuna sin generar puestos de trabajo. Ningún rico quiere tener el dinero en el banco muerto de risa. No es rentable. Para generar más riqueza hay que poner el dinero a trabajar, y si el proyecto da beneficios generará más puestos de trabajo y a su vez más beneficios. Que los ricos tienen más oportunidades para hacer dinero nadie lo pone en duda, pero también es cierto que cuando se tiene mucho dinero se tienen muchos quebraderos de cabeza. Sin olvidar que el nivel de confort es un opiáceo.

El exceso de confort adormece a sus herederos, les arrebata un motivo para luchar y les inocula que los éxitos fueron de otro y no suyos.

Tengo la fortuna de conocer a muchos de los que aparecen en la lista. A muchos no les gusta salir. Otros consideran que es una consecuencia de su trabajo y no se sienten culpables por ello. Sobre que la religión judeocristiana con la culpa omnipresente ha marcado mucho del pudor de los pueblos latinos sobre el dinero hay mucho escrito. Otro cantar es el punto de vista de los anglosajones, de la cultura judía, o de la cultura árabe, en cuyos referentes el dinero es sinónimo de inteligencia y de habilidad social y el compromiso filantrópico es firme. Por eso la donación de Amancio Ortega de 280 millones a la sanidad pública es un ejemplo de hacia dónde debe ir la filantropía en España, nunca oculta en las sombras de la vergüenza, sino a la luz, para dar ejemplo y animar a otros. 

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