Forbes 36 / Septiembre 2016
El tiempo de espera para poseer un objeto proporciona más placer que cuando ya se tiene. Lo he aprendido en carne propia, que soy un fetichista de cámaras fotográficas, coleccionista compulsivo de jazz, un caprichoso, un montonero de lápices y postales, entre otros achaques. Piénsalo por un momento. Si dibujáramos una parábola del placer, el pico más alto estaría en los días previos a la posesión de la compra y a partir de ese momento el goce disminuye progresivamente, de manera desilusionante hasta llegar a tu aburrimiento o a la obsolescencia. Entonces, ¿cuándo hay que parar? ¿Cuándo tenemos suficiente? ¿Escribo un artículo contra el consumo desmedido en Forbes, la revista desde la que defiendo a los empresarios como héroes de la sociedad de mercado? Sí y no.
Lean Viajar ligero (Ático de los Libros), de Gabriele Romagnoli. Redacto una reflexión que defiende que debemos dimensionar lo que necesitamos y el resto dejarlo pasar, porque otros lo necesitarán. Un artículo que defiende el emprendimiento como creación de riqueza, y que entiende la máxima riqueza como aquella que circula entre las mayores manos posibles. Acumular es una enfermedad, y lo más curioso es que acumulan tanto los ricos como los pobres.
Aunque estoy profundamente convencido de que desde la pobreza se agudiza más el ingenio. El cómico Roberto Benigni, tras recibir el Osear, explicó: «Doy las gracias a mis padres por haberme dado el don de la pobreza». Bill Gates, con una fortuna de 90. 000 millones de dólares, hace años que comenzó a repartir. Buen chico, Bill. Quizá conozca el dicho napolitano: el último traje no tiene bolsillos.