Forbes 13 / Mayo 2014
Para la libertad, esa rúnfula que dirige los hilos que manejan al titiritero que nos maneja.
Para que tu libertad y la mía correteen por el parque de atracciones de la vida necesitamos convivir sin pisarnos la manguera. La democracia, con sus imperfecciones, parece el mejor de los sistemas para eso. Pienso en esto en el silencio de la noche, al 1ímite de arrancar las máquinas para imprimir el número en el que elegimos a los mejores abogados, renunciando a medirlos bajo un solo parámetro y con la decisión de ‘juzgarlos’ bajo tres: el prestigio de los bufetes que los agr upan , la influencia de los profesionales y el volumen de negocio que representan.
Escribo este pequeño manifiesto y recupero en mimemoria una conversación frente al Parque del Retiro con uno de los profesionales más destacados de la abogacía española, diciéndome ante un café: «Andrés, yo soy tu abogado. Y por eso te voy a acompañar durante tu trayectoria profesional, pase lo que pase, aconsejándote». Al escucharle, pensé en el médico de familia que desapareció con la explosión demográfica de las ciudades; en el párroco delpueblo que cuidaba de las ovejas, descarriadas o no; en el maestro de escuela que mantuvo el respeto de sus antiguos alumnos por muchos pescozones que les hubiera regalado… Y así, en un entorno deoficios y gremios, es como me imagino hoy al abogado, muy lejos de las creaciones de John Grisham.
Entonces lo entendí todo. Me estaba hablando el ‘consiglieri’, el que susurraba a Marlon Brando al oído, delante de sus hijos, frente a los diferentes intereses de sus herederos. El compañero de viaje, el que siempre le sería fiel, aquél que le diría la verdad, por muy mal que sonase. Un amigo, un socio, un compañero, tu abogado, tú amigo.