Tapas 92
A’barra. Una estrella Michelin, tiene uno de los reservados más solicitados de Madrid. A Feijóo y algunos ministros les gusta ir. El reservado es discreto, está nada más entrar y presume de vistas a la calle. No es un zulo. Los mejores reservados de Madrid son interiores. Toni Roselló, con su gorro de chef, maneja bien los fogones.
Un mediodía de invierno, José Gómez, hijo, conocido también como Joselito, vástago de Joselito padre, el de los mejores jamones del mundo según Ferrán Adria, saca de su bolsa una rosca. En el local hay intercambio de señas, cejas que suben y gestos en clave. Cuando el jefe saca la rosca hay que prepararse para hervir agua. No a cualquier temperatura. No con cualquier hervidor. Todos saben lo que le gusta al jefe. Joselito es el propietario de A ́Barra y uno de los mejores expertos en té de España, si no el que más.
Boquiabierto, me dejo llevar. El té que Joselito lleva es sólo una de las roscas que adquiere cuando viaja a China por motivos comerciales. Para vender jamones, vaya. Es tan buen gourmet, que el té que le ponen en los restaurantes que visita es peor que el que tiene. Así que Joselito viaje con té en la bolsa de mano.
Empiezo a preguntar. No paro de preguntar, mientras Joselito desgrana la cantidad exacta y la pone a infusionar. Me da vergüenza contarle que estoy muy “enganchado” al té porque a su lado la osadía es amiga de la ignorancia. Me declaro un humilde aprendiz ante un verdadero connoisseur, pero José es muy humilde. Y se ofrece en enseñarme. Yo a cambio le pido que me diseñe la carta de té de Forbes House. Acepta.
Ya hace varios meses, quizá seis, que dejé de beber cinco o seis tazas de café al día. Lo sustituí por té, dejé ese aguachirri que es la leche desnatada sin lactosa y abracé con entusiasmo el té verde. Sus consejos saludables terminaron de empujarme al cambio de hábito. Y ahí cambió mi vida. Literalmente.
¡Atente a las consecuencias si te adentras por curiosidad en el reconfortante universo del té! Cada puerta que abras te conducirá a otra y esta a otra más, en un laberinto de historia y salud, de un “brebaje” que ha provocado guerras y momentos de íntimo placer.