Forbes 4 / Junio 2013
No tengo un chavo. Ninguno tenemos un duro», 1e susurró Mick Jagger al príncipe Rupert Loewenstein.
«¿Puedes ayudarme?». Y así comenzó una amistad inesperada, que ha pervivido incluso en sus memorias, dado que al aristócrata inglés, nacido en Mallorca, nunca le gustaron las canciones de los Stones y mucho menos el ‘rock & roll way of life’. Quizá por eso sobrevivió a la heroína de Richards y a las amantes de Jagger. Su libro de recuerdos es uno de los mejores manuales de autoayuda del momento.
Al leerlo de un tirón en una noche primaveral de insomnio, retuve la anécdota apócrifa de cómo la Coca Cola decidió embotellar su refresco en vez de venderla en garrafones. La historia me gustó tanto que la he mantenido en el bolsillo sin contársela a nadie, cabreado porque su verosimilitud fuese dudosa. Tan enfadado como cuando supe que Peter Pan tenía sombra.
Pasaron un par de semanas y la historia se fue rumiando en el portafolios en el que guardo los bocetos de ideas-para-cartas-del-editor. Hasta que un día recibí un aviso interno que me explicaba que el hecho de que se tratase de un chascarrillo de leyenda no la hacía de menos. Y el cuerpo me pidió poner un anuncio en el periódico. Me gustan los periódicos que van llenos de anuncios. La campaña para el Sabadell de S.C.P.F (pág. 21) es en gráfica una de las alegrías de este oficio de los últimos años. Así que rescaté la tipografía Windsor en homenaje a los títulos de crédito del venerable Woody Allen y escogí ‘El Mundo’, el diario que nació mientras desfogaba mi oficio intentando situar
‘El Independiente’ en los quioscos. Y el anuncio se publicó un domingo de primavera, calentó Twitter en la siesta dominical y, este mes, regresa como un boomerang a esta revista (pág. 40). Y aumentará pronto la mancha de ‘Harper’s Bazaar’, ‘Esquire’ y ‘Robb Report’.
Me da por pensar que igual que las buenas revistas tienen que defender su experiencia en la cama, en el sofá y en el baño, las buenas historias deberían pasar la prueba de una página de publicidad de periódico y la de un fuego de campamento. Las estrellas (los lectores) habrán de juzgarlas.