Tapas 61 / Marzo 2021
Cuando brota una palabra puede que sea malsonante o no. Los sabios las piensan antes de escupirlas. A los necios se les escapan primero y piensan después, o
a menudo ni les da por pensar lo dicho. Ésta es la norma, aunque no es siempre así. A F erran Adria, sabio y generoso en la escala de Richter con un diez, las palabras le corretean. A Kase. O también. F erran y Kase. O cortan el bacalao, que es un dicho para explicar el que controla, el que dirige, al que se le escucha.
Las rimas de Kase. O rebosan la vida tal y como la entiende esta revista, el bebercio y el comercio para entender » quiénes somos, de dónde venirnos y a dónde vamos; si estamos solos en la galaxia o acompañados» (Siniestro Total).
Su verso necesita acudir una y otra vez para pillarle el punto, como le pasa a las revistas que nos gustan, que al principio se ojean y se abandonan, te encuentran cuando no esperabas-en la cama, en el baño o en el sofá- y aunque sean del mes pasado descubres algo que te pilla. Tapas es una de esas revistas que si te da por mudarte te la llevas a la nueva casa.
Milton Keynes, año 2003, a casi tres horas de autobus desde Londres si hay festival. 50.000 almas y un servidor. Erninem en escena. Tocios los ingleses borrachos mascullan las rimas. Y o no pillo ni una. Al menos no llueve. Se traga las palabras como yo me zampo el kebab-grasiento-de-festival. ¡Qué ganas de muchedumbre! De empujones, barro y comida de puestecillo. Uno de mis mejores recuerdos es el de los puestos de chorizos a la brasa a la puerta del Pabellón del Real Madrid tras los conciertos. Y a nadie se acuerda -quizá Miguel Trillo sí-, pero el heavy más peligroso era un manso al olorcillo del bocata poslitrona, after-porro, tras levantar el puño durante dos horas. ¡Qué ganas de volver a ver a Kase.O!