Como de todo

Tapas 26 / Septiembre 2017

Yo creo que como de todo. O eso espero, no vaya a ser que me expulsen de la Real Academia de Gastronomía. Eso sí, tengo mis manías. Mi primera manía es que no comprendo cómo los demás tienen manías y no comen de todo. No, no es un trabalenguas.

A mí me gusta dejarme el borde de la rebanada de pan de molde. Ya, ya sé que los fabricantes lo saben y venden pan sin el borde. Pero es que a mí me gusta dejarme el borde de la rebanada de pan de molde. No quiero que me lo quiten. No se trata de repetirse, que la comida que repite se le atraganta a uno.

Tampoco como insectos porque no soporto el crunch de los caparazones. Ni sandía (me empaché de niño. ¿Puede uno empacharse de sandía o me estoy justificando?). Ni milito en la nueva tribu de arqueólogos del vermut (bebí demasiado un día de sol sahariano).

Ah, se me olvidaba: las ancas de rana no son mi fuerte, porque mi imaginación calenturienta me hace proyectar al batracio dando saltos y se me cierra la glotis.

Pero como casquería, me gustan los filetes de hígado, no me repiten los pepinos, puedo desayunar alioli
(si es el de La Pescadería de Los Nietos, mejor), así que si es verdad que la mujer de Beckham dejó España porque olía a ajo no la echo de menos; las ostras son para mi como la nocilla para un chaval, y las setas y los quesos, cuanto más fuertes, mejor que mejor.

Mi madre dice que soy buen chico porque siempre comí de todo.


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