Tapas 21 / Marzo 2017
Podría intentarlo, pero creo que sería incapaz de contar las veces que mi mandíbula se ha cerrado en este tiempo. No creo que pueda deciros cuántas veces tragué saliva o salivé al oler el aroma de tu cocina. En estos dos años he apretado los dientes, a menudo de noche, para exorcizar los miedos, las pesadillas. En estos dos años he comprobado que la punta de mi lengua es el mejor wifi del mundo. En estos dos años me he dado cuenta de que puedo inventar revistas, que puedo hacer cualquier cosa. Quizá la haga mal, pero la haré. Y aprenderé mientras la hago.
En estos dos años he visto mi corazón latir veloz… justo antes, justo unas milésima de segundo antes de que mi copa chocara con la tuya para desearte que vivas una vida plena, dichosa, llena de sobresaltos.
En estos dos años he visto a mucha gente comerse las uñas como un sustituto de engullirse la vida. Como en un arrebato de «en vez de lanzarme, me como a mi mismo».
En estos dos años he sido feliz viendo Tapas en uno de los delis más concurridos del Village neoyorquino. En estos dos años he visto como Tapas se convertía en la revista del momento.
He recogido el Premio Nacional de Gastronomía (que dediqué a Perico) y el de mejor revista del año, y el de mejor medio de comunicación. En estos dos años Tapas se ha convertido en un buen escaparate de promoción. ¿Qué son dos años?, no llega a 800 días. Eso no es nada cuando se habla de sueños, ¿verdad, Vázquez? ¿A que sí, Carpanta?