«El reloj favorito del rey Felipe VI cuesta 155 euros». Forbes se fijaba en la muñeca real. El Swatch Sistem Damier, con correa de silicona, y al que sí le das la vuelta puedes ver su funcionamiento, resiste al agua la presión de 3 bares y tiene un movimiento automático, dentro de una caja de 42 mm (la caja estándar para la muñeca masculina) es el reloj elegido por el monarca.
Su elección es tendencia. No te esfuerces en buscarlo. Está agotado. Tan sólo lo encontrarás en eBay. El Rey ,que siempre lució en su muñeca un Omega (también del Grupo Swatch), Panerai o Cartier (ambas de la Compagnie Financière Richmont, propiedad del sudafricano Johann Rupert, 73) se une a la tendencia mundial de evitar relojes ostentosos. Pero ¿por qué? Las redes sociales son las culpables, aunque también puede influir su estilo personal.
Mandatarios y ejecutivos de todo el mundo se han dado cuenta que la elección del reloj que lucen es una señal. Felipe VI eligió su Swatch para llevarlo en la recepción en Buckingham previa a la coronación de Carlos III. Swatch, fundado por el legendario Nicolas Hayek y, tras su fallecimiento, continuado por su hijo Nick Hayek Jr (68), tiene como responsable en España al veterano Gonzalo de Ceballos, el ejecutivo más importante de la relojería en España con una profunda trayectoria internacional. Ceballos luce a menudo un reloj en que cada muñeca como símbolo de su compromiso con una industria que ha contribuido a consolidar desde hace décadas. El mérito de la familia Hayek es enorme, devolviendo a Suiza el liderazgo de una industria que en los ochenta estuvo a punto de desaparecer tras la irrupción de los relojes digitales japoneses.
Con el estratosférico boom de cuentas de instagram como @dailywatch (2.5 millones de seguidores) de Alexander Rosenbaek, @watchanish del indio Anisé Bahatt (1.7M) o @anilarjandas (837.000) del gemólogo Anil Arjandas, entre otras, los relojes formaban parte de la esfera privada, en comidas y reuniones de negocios. Ahora el foco es público y global. En nuestra cultura puede entenderse que la elección de un reloj de lujo, y muchísimo más un reloj descatalogado o raro, es señal de riqueza y por tanto de lejanía con los ciudadanos o de tus clientes. No es extraño escuchar a algunos hombres contar en privado que tienen otros relojes pero que «hoy me apetecía mas ponerme este», excusando así la «humildad» del modelo elegido. Por supuesto nada de esto se da en culturas donde la riqueza se asocia a inteligencia empresarial y el beneficio a buena gestión.
Apple, con el éxito de su Apple Watch -su función de llamada de emergencia cuando te caes es de mis favoritas-, ha desacralizado la elección del reloj que siempre fue, hasta la llegada del teléfono móvil, por encima de corbatas, estilográficas y zapatos, símbolo de estatus. Joe Biden, por ejemplo, se ha dejado ver con un Omega Speedmaster 300M de 41 mm, el reloj con el que Swatch patrocina las películas de James Bond, que rondará según Rabat (la joyería liderada por Esteban y Jordi Rabat), los 7.500 euros. Muy lejos del Patek Phillipe Nautilus 5712, quizá el reloj mas buscando en el mercado, que Tamara Falcó regaló a su prometido. Patek, el Rolls Royce de los relojes, ha lucido en la muñeca de Victoria de Inglaterra, Tolstoi, Richard Wagner, Marie Curie o Albert Einstein.
El precio oficial de este reloj, movimiento mecánico de carta automática, es de 50.850 euros, pero en Cronos 24 , el portal de referencia en el mercado de segunda mano, no lo encontraras por menos de 100.000, y subiendo. Está claro que Íñigo Onieva no tiene que preocuparse por el qué dirán ni por sus clientes ni por su votantes. Y además fue un regalo.
Buen gusto tiene Feijóo en la elección de su Briston, un deportivo de estilo militar, de 350 euros de coste. Se trata del modelo Clubmaster Sport Acetato Alpine Hunter -leñe con el nombre- también de 42 mm, un reserva de marcha de cinco años y un movimiento de cuarzo. Un reloj de aire juvenil, barato y con clase. La aristocracia relojera no considera a esta marca francesa, cosa que sí reconoce a cualquier Swatch, pero el reloj es muy pintón. Feijóo, amante de los relojes, cuenta en su colección con un IWC (el reloj de aviadores de Richmont y también del grupo el legendario reloj nauticoLuminor Panerai).
Sánchez no es muy aficionado a los relojes, así que no sufre por cuidarse del qué dirán, al menos por su muñeca. Cuando ganó la moción de censura en el 2018 usó un Présence de Longines (Grupo Swatch. 1350 pvp aprox). El presidente más deportivo luce un Garmin Forerunner 920 XT, con GPS que ronda los 300 euros.
La industria siempre cortejó a las muñecas de referencia. Y no va a dejar de hacerlo aunque ahora predomine el escrutinio digital. Breguet, una de las grandes manufactureras, puede presumir de haber lucido en las muñecas de Napoleón y Winston Churchill, de Victor Hugo o de Alejandro Dumas. Ahí es nada. Vacheron Constantin cuenta con Balduino, la reinaFederica de Grecia o Isabel de Inglaterra. Jagger-LeCoultrefue la marca elegida por la Confederación Suiza para halagar Kennedy o Juan Pablo II. O la manufactura Vulcain, cuyo reloj 50s President’s Watch fue utilizado por Nixon, Obama, Truman, Johnson o Eisenhower. Cartier, por su parte, fue prescrito por Fred Astaire, Gary Cooper, la Bardot, Alain Delon, Clark Gable y hasta los Burning, que desde la Elipa en No es extraño que estes loca por mí cantaron «el Cartier que luce en tu muñeca es lo que te convenció».