Mayo 106 / Mayo 2023
Conozco a un niño mayor y a un señor con el pelo blanco con mirada de chiquillo. No hay un ingrediente mejor que la curiosidad para que la juventud se acueste con nosotros cada noche.
Por supuesto que se puede gestionar una empresa, liderar un equipo, capitanear una cuadrilla o manejar un barco sin ser joven. Lo que no se puede es liderar un equipo sin ser curioso.
A menudo se adjudica a la ambición la motivación del empresario. Es frecuente asociar ambición con codicia y entonces sí que el rumbo se pierde.
Mi motivación como empresario y como editor es la curiosidad. Quiero saberlo todo. Aprender cada día. Contratar gente que me enseñe cosas. Compartir el conocimiento.
Y generar riqueza. No hay otra manera de ser independiente que te salgan las cuentas, a fin de mes, a fin de año.
Siempre escribo sobre la responsabilidad del empresario con sus equipos, con su pueblo, con sus ancestros, con su ciudad. Un empresario sin compromiso con los suyos no es un buen gestor. Será un tipo que sabe hacer dinero. Pero hacer dinero no es el fin último del empresario.
Es el camino, es el recorrido, es demostrar que aquella idea que se te ocurrió en la duermevela o mientras cruzabas el océano en un avión (todos estamos de acuerdo que los aviones son buenos lugares para pensar; a mí se me ocurren las cosas cuando voy en moto, quizá sea por el aislamiento del casco) puede llevarse a buen término.
Pero con los tuyos. Sin ellos el empresario es un Quijote.
Don Miguel Fluxá es un sabio, que ha cambiado este país de sol y playa y que aún sueña con cambiarlo más. Con toda mi admiración les contaré un secreto.
Miguel Fluxá no tiene ni un pelo de tonto.