No me atrevo a recomendar el método, pero –a mí– las mejores ideas se me ocurren cuando voy en moto ¿Será porque con el casco puesto ruedo aislado?
Rodando sobre dos ruedas decidí ser editor y que la editorial se llamara SpainMedia (es un buen gentilicio; editamos desde España, aunque tenemos miles de lectores fuera).
Sobre una moto decidí editar una revista masculina y no ponerme a retratar mujeres en posturas sexys para así venderle la publicación a los hombres (de hecho, fuimos los primeros en sacar hombres en portada en una cabecera masculina en España).
Pendiente de no caerme elegí el eslogan de Tapas: “Ñam, Ñam, Magazine”. Y cuando me bajé, me fui a comer. Acelerando acepté darle vida a Forbes, hace once años ya, y en un semáforo tomé la decisión de abrir Forbes House, el primer club privado de negocio que la marca Forbes tendrá en el mundo.
Cada maestrillo tiene su truco.
Escribo esta carta tras un paseo matutino en moto por Madrid. Los 16.661 km que marca el contador de mi motocicleta –una Royal Enfield Cafe Racer que se conduce con prudencia– no se han traducido en 16.661 ideas, pero muchas sí.
Más de una vez me he echado a un lado, he puesto la pata de cabra y –sin bajarme de la moto– he sacado el móvil y me he puesto a apuntar lo que se me acababa de ocurrir. Hay que tener cuidado con eso. Las buenas ideas duran a veces menos de lo que tarda un semáforo en cambiar de color.
Más de una vez se me ha ocurrido algo apunto de llegar a la redacción y –como no lo tenía del todo claro- me he dado otra vuelta hasta que he organizado el cacumen.
No intenten hacerlo. Me parece exagerado sacarse el carnet de moto solo para pensar.
Sí me atrevo a recomendarles un poco de soledad, aislarse un rato. A mí me funciona pensar acelerando, aunque parezca una contradicción.
Si nos cruzamos por Madrid y no les saludo, seguramente es que ando rumiando una nueva revista, o alguna fantochada con la que editar mejor.