Forbes 69 / Diciembre 2019 – Enero 2020
Con Google y Facebook comiéndonos a dentelladas el pastel publicitario y nosotros generando contenidos gratuitos para ellos, los editores estamos pisando arenas movedizas. Los frenemy, combinación de friend y enemy (como los bautizó Martin Sorrell, el exfactótum de WPP), protagonizarán la secuela de Durmiendo con su enemigo.
Como en la barra misteriosa del sushi bar del Club Matador con el presidente de una de las grandes agencias publicitarias del mundo, quien me avanza: “En lo profesional estoy preocupado; o somos capaces de aportar un valor añadido a nuestros clientes o no podremos justificar nuestro trabajo. En lo personal estoy ‘aterrorizado’, dependemos del dueño de un buscador (Google), del dueño de un comercio (Amazon) y del dueño de una telefonía (Apple)”.
Exagera, claro está, pero cuando se lo digo me remata: “El modelo de Amazon hasta el momento es la venta de productos puerta a puerta, pero ojo… el modelo de Alibaba no es la venta de productos; quieren que otro los venda, que lo haga el tendero de la esquina, y ellos convertirse en una plataforma publicitaria”. Me mancho el pantalón de Yusty con la salsa de soja. ¡Por los clavos de Cristo!
“Menos mal que hay gente como tú que continúa desarrollando contenidos de valor, cada vez más, con criterio propio y una hoja de ruta clara: la diferenciación”, me dice. “Lo que tú haces bien es emitir un mensaje: ‘¡Búscame, que esto te interesa!”. Ahí estás a salvo de los frenemy, a los que hay que regular porque son supranaciones y pagan sus impuestos fuera.
Ya en el postre, con el consuelo del azucar fluyendo por nuestras venas, me dice: “Pero, ¿sabes qué? Tengo la intuición de que son gigantes, pero que la propia revolución digital se los podría llevar por delante tan rápido como crecieron. No sé por qué motivo… pero quizá lo veamos tú y yo”. Pido la cuenta.