Forbes 12 / Abril 2014
Esta es la historia de una portada. La que tienes en tus manos. Cuenta cómo una sociedad se movilizó para defender un sentimiento común. Cuenta cómo saliste a las calles a aplaudir, con esa poderosísima herramienta de un ciudadano, el grito, para defender que somos muchos los que aún creemos en la política. Aunque es verdad que creemos muy poco en los políticos . Esta es una portada que da las gracias al esfuerzo de muchos. A nadie se le escapa que Suárez no lo hizo solo. Que su retirada de la vida pública por enfermedad le protegió del descredito. Que su fotografía de espaldas con el Rey impulsó el mito. Que era tan seductor como Bogart. Que la muerte lo convirtió en icono. Y que todos, periodistas y peatones, hemos exagerado en las alabanzas. Porque cuando el tsunami mediático se desata, arrasa con todo. En tiempos de cinismo, el maremoto de elogios es un poderoso narcótico. Y me pregunto: ¿Cómo equilibrar la mesura del periodismo con la gratitud del pueblo? Es difícil pero no imposible.
Adolfo Suárez fue portada de ‘Time’ como rostro de la Transición. Y hoy es portada de ‘Forbes’ porque queremos reconocerle que se tiró de cabeza para que este país, y su bienestar económico, nos incluya a todos. O a casi todos. Esta portada también habla del tiempo en el que a nuestra clase política, elegidos para presentar un servicio al bien común, se les podía fotografiar sin miedo a pedir permiso. Era un tiempo, yo ya vestía pantalón largo, en el que a un presidente de Gobierno no le daba miedo tirarse de cabeza al mar delante de los reporteros. ¿Por qué diablos iba a tener miedo de una cámara de fotos, cuando había tanto en juego?