Ahora entiendo a mi abuelo Andrés cuando no nos dejaba hablar de política en la comida. Lo que quería pero no explicaba era que la familia no se dividiese.
Escucho a Carlos Alsina, un poco sonámbulo aún y con remordimientos si pienso lo que ha madrugado este hombre de voz serena y radio viva. De voz de Dios sobre la nube (como lo pintaba José Luis Martín en El Jueves). Dice que se da por hecho que uno que preside la patronal es de derechas. Como antes se daba por hecho que si uno llevaba barba y camisa de manga corta era sindicalista. Y ahora esa imagen del barbado con bolsón de tomavistas al hombro es de Cuéntame. Vivimos en un país, Alsina dixit, “en el que todo acaba siendo clasificado de izquierdas o de derechas”. Barrunto si la Guerra Civil nos dejó una huella más profunda de lo que pensamos. Ahora entiendo a mi abuelo Andrés cuando no nos dejaba hablar de política en la comida. Lo que quería pero no explicaba era que la familia no se dividiese. Era mejor no tener conciencia política. Quizá fuese un pataleo porque sabía que eran inevitables, que tener una postura es lo que te regalan cuando pagas tus impuestos. También te regalan un pataleo al año, tú eliges contra qué.
¿Se ha hecho el otro Andrés (Trapiello) de derechas? En su último libro se describe en la progresía, pero pilló micro en Colón, subieron el volumen y a conducir por la diestra. Alsina me recuerda que politizamos todo. El agua es de todos, de izquierdas; a la derecha parece que le da igual hidratarse. La electricidad, de izquierdas, claro; los de derechas que usen velas. Los trasvases de derechas. Las desaladoras de izquierdas. Y sigue Alsina: “El coche particular, de derechas, la bicicleta, muy de izquierdas. La gasolina, de derechas. La energía eólica, de izquierdas”. “Nuclear, no”, antes de izquierdas, ahora no sé. “Fumar, de derechas; fumar hierba, de izquierdas”, ya se me ha pasado la somnoliencia y camino café en mano muerto de risa. ¿Reírse será de izquierdas o de derechas? ¿Y Forbes?