«Es el talento, a eso se le llama talento». El diagnóstico es del doctor Juan Abarca, CEO de los Hospitales HM y consejero de este periódico, mientras escucha a Los Javis explicar el camino recorrido. El Four Seasons de Madrid ya ha inaugurado la Navidad y su hall de entrada poco tiene que envidiar a los hoteles de la Quinta Avenida, ni siquiera la intensa lluvia que empapa Canalejas es capaz de impedir el estreno del formato de testimoniales de Forbes: «Cómo lo hice».
Javier Ambrossi (39, el más sonriente) y Javier Calvo (32, el más alto) acaban de aterrizar de Londres donde han estado presentando La Mesías. Movistar acaba de venderla a HBO. Las ofertas para escribir, para producir o para dirigir se acumulan en la mesa de su productora. «¿No os abruma decir que no?», pregunto. Calvo: «A mí me gusta más, pero si no lo siento no lo hago».
A pesar de su popularidad la mitad de mi mesa, grandes ejecutivos, empresarios de lo macro y lo micro, no los conocen y no han visto ni La Veneno ni La Mesías. Ambrossi y Calvo son los primeros en subir al escenario para explicar su periplo, como lo hicieron, su brillante currículo. En apenas 5 minutos se meten a todos en el bolsillo con su mezcla de inocencia, pasión, creatividad y amor. Tiene razón Abarca: «eso se llama talento». Me recuerda al Almodovar del Rock-Ola que retrató en los camerinos pintarrajeados Enrique Cano con sus medias de malla, el de los primeros cortos; pero Pedro estaba solo, bueno con Fabio McNamara (66), pero lo de Los Javis es un cuatro manos.
Aplausos, risas y una energía colectiva que se siente, los arropa. «No teníamos nada. Primero queríamos ser actores, pero como eso no funcionaba (Calvo fue actor en la seria adolescente Física o Química), pensamos en ponernos a escribir» explica Ambrossi, que tiene un don para captar la atención. «¿Sabéis lo que es el micro teatro? Esas obras que se hacen en salas muy pequeñitas…» El formato, desarrollado junto a Deutsche Bank, -¿Sabías que el banco alemán fue quien financió el primer alumbrado de Madrid?- fue la excusa para invitar a casi 200 personas, un aforo de corbatas, Omegas de colección, tacones, Rolex submariner, y buenos zapatos, que se rinden a la simpatía de Calvo. «Necesitábamos comprar unas camas para la obra, buscamos en eBay y nos fuimos a Vicálvaro a por ellas».
«Y entonces nos hicimos pareja». La frase hace que contengamos la respiración. Nos hacemos los modernos. Intentamos no pestañear. Ambrossi retoma la explicación y con una naturalidad pasmosa y cuenta su relación sentimental con Calvo como un paso natural en su carrera. La dupla más creativa del momento se quiere. Repito. La pareja más creativa de la cultura española se ama. Verlos, ya en la mesa, hacerse carantoñas, miraditas de enamorados, o besarse, tras escuchar como lo hicieron me estremece. ¡Pero como fui tan idiota de intentar sentarles separados en la mesa principal para que hubiese más conversación! Menos mal que al final se pusieron juntos. La creatividad y el amor son dos energías que no maridan siempre en la creación, pero cuando encajan, ni una espada láser puede con ellas.
Al escuchar sus andanzas le arrancan las carcajadas a Gabriel Escarrer, presidente de Meliá, que ha volado de Mallorca para la noche. ¡Atentos a la reapertura del legendario hotel Juan Carlos I en Barcelona que con nuevo nombre y uno de los mejores auditorios de la ciudad volverá a recobrar su viejo protagonismo! Íñigo Martos, presidente de Deutsche Bank, se compromete este fin de semana a verse La Mesías. Aconsejo a los invitados que nada de abandonar en el primer capítulo. «¿Quizá el primer capítulo es un poco raro no?», reconoce Calvo, más diplomático. Nada de abandonar hasta que no aparezca Albert Pla (57), que a nadie se le ocurra tocar el mando. La cabeza de Pla servida en bandeja ocupa la portada de la revista Tapas este mes. La Mesías y Los Javis en portada doble en el quiosco. Al ver a Pla decapitado Calvo que va vestido de negro, pero con unas puñetas en los tobillos, y unos zapatones de Prada, se parte: «¡Qué fuerte, qué fuerte, cómo es de punki el Pla!»
Flash. Los Javis son, de largo, los protagonistas de la cena de testimonios. En cuanto se levantan todos quieren selfies con ellos. Yo también. Flash. Delante del photocall susurro: «Os dais cuenta de que estas ganas de selfies normalmente son para los actores pero no para los guionistas o los productores». «No creas que no lo sé», me dice Ambrossi mientras coqueto prepara su mejor perfil, «por eso lo estoy disfrutando tanto». Flash. Flash.