Está claro, soy un cobarde. No me atreví a sentarme en ninguna de las dos sillas en las que apoyarán sus culos los dos hombres en los que reposa el destino de España.
¿Por qué? Porque pedí hacerme un retrato y me dieron el permiso para hacerme la foto. Y pensé que si me sentaba en la de Sánchez, alguien en las redes asociaría esa elección (en el lado izquierdo de la mesa según mira la cámara) con mi opción política. Y lo mismo si me sentaba en el derecho (otros dirían que estaba posteando para hacer campaña).
No caí, pero debí haberme hecho dos selfies, uno en cada lado. La opción de fotografiarme en el estrado que Vicente Vallés (60) y Ana Pastor (45) ocuparán, para moderar de pie, me pareció que no tenía nada de rollo y que me iban a dar menos likes.
Viernes, 10:45 de la mañana. Ignacio Mata, director de comunicación y relaciones públicas de Atresmedia, lleva más de veinte años en la casa. Es muy raro que en una empresa un director de comunicación cumpla dos décadas. Mucho hace bien Nacho, al que todos saludan por los pasillos, para defender el puesto, en una mañana en la que tiene que lidiar con la petición de Televisión Española de que Antena 3 comparta la señal del debate con todos. Al final de la tarde la provocación se desvanece y todo vuelve a su ser.
El arma secreta del debate electoral de lunes es el buggy, ese carrito de golf eléctrico con capacidad para seis pasajeros, que traslada a los privilegiados entre Atresmedia y el plató 14. «Os llevo», es la frase más agradable que escuché el pasado viernes, en un San Sebastián de los Reyes ardiente por la tensión de la producción y por la calorina temprana. La distancia en buggy es de apenas cinco minutos, pero cuesta arriba.
El plató 14 es un espejismo, pero de alta tecnología. Hasta que el debate se confirmó este espacio no era sino una nave vacía. Hoy es una nave espacial. Es la zona cero de la comunicación en España y por eso tiene nuevo nombre.
Entre pasillos acolchados de negro, moquetas también negras, protegidas por una fina película plástica para que cuando las pisen los políticos parezcan nuevas, corretea el equipo de la tele de Planeta. El sonriente Chema Martínez, director de producción, es el responsable de su construcción. Mata insiste: «Andrés, hace una semana aquí no había nada». «There’s no business like show business, Nacho», le contesto.
Acaba de marcharse el equipo del PP, que ya ha dado el visto bueno a las instalaciones. Dos camerinos iguales, pegados el uno al otro, abiertos, sin puerta, alojaran a los asesores y a los candidatos. Sillas y sillones blancos esperan sus posaderas, si es que les da por sentarse. Ni Sánchez, el del sanchismo, ni Feijóo, con su retranca galaica, podrán meter móviles al plató.
«El plató de La Voz, el formato creado por John de Mol (al que Forbes adjudica una fortuna de 1.700 millones de dólares), lo usaremos para atender a los VIPs», me cuenta Mata. Atresmedia está haciendo del debate un espectáculo en sí mismo.
¡Que nadie se olvide que se trata de un negocio! Una televisión es un negocio. Un negocio que necesita mucha audiencia y también influencia. Sin audiencia en la tele no hay pasta. Con mucha audiencia puedes tener la parrilla llena de anuncios, pero sin influencia el negocio parece vacío. Eso lo sabe bien Javier Bardají (57), doctor en Comunicación por la Universidad de Navarra, que gestiona la casa con buen pulso. Es el CEO de Atresmedia.
Al regresar al plató 14, Óscar López (50), director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, anda en conversaciones con Santiago González, director de Antena 3 Noticias, y César González Antón (hijo del veterano periodista Fernando González Urbaneja y director de la Sexta Noticias). Saludo desde lejos. Todo indica que el PSOE también dará su OK. Y lo dio.
Frente a la mesa, el puesto de mando de la moderación. En el atril de Vallés y Pastor me esperan dos hombres y su destino. Es fácil distinguir quién se ocupa de la imagen y de la creatividad. Con unas zapatillas molonas blancas con suela negra, barba cuidada y unas gafas rojas (quizá unas Cutler and Gross) está Juan Ramón Martín, director de Imagen y Creatividad. A su lado, el realizador de los debates anteriores en Atresmedia, el hombre tranquilo, polo azul y mirada clara, Gustavo Vázquez Rodríguez, que sobre un taco de folios con tiros de cámara y algunos apuntes, supervisa la jornada.
Martín transmite más nervios, Vázquez es un mar de calma. «¿Qué audiencia se espera?», pregunto a Mata. «Los anteriores debates rozaron entre los 8 y 9 millones«. Acojonado por la cifra, le pregunto a los dos: «¿Y si uno de los dos candidatos se atraganta, o le entra un ataque de tos, y tiene que levantarse?». Martín responde rápido: «Eso nos ocurrió con Inés Arrimadas en un debate en Cataluña. Se fue del plató hasta que se le pasó». El realizador me explica: «Bueno, tendrían que solucionarlo Vallés y Pastor. Lo normal es que lo narren con normalidad.» «Imagino que en ese caso los planos del candidato que espera al que se ha atragantado valdrán oro…». «Pondríamos todo el foco en los moderadores, claro», me responde Vázquez Rodríguez.
La mesa ya se sabe que mide 2,5 metros. Tiene dos pequeños micros de pie. Y los candidatos se sentarán sobre un icono de las sillas, la silla de despacho EA 108 de aluminio diseñada por los Eames. Quedan 60 minutos para la rueda de prensa con los detalles del encuentro, anecdotario que se conoce y que calienta la audiencia, como que oficiales de mesa de la ACB cronometrarán los tiempos. Y eso no sé si le da ventaja a Sanchez, por eso del baloncesto y aquel Pepu Hernández (65) candidato a alcaldable, o si sólo es algo folclórico.
El lunes habrá más de un debate al mismo tiempo que se debata. Atresmedia, con buen ojo, ha invitado a presidentes de empresas y otros VIPs para asistir al debate en el plató de La Voz, a sentir la energía de la llegada, las colas de coches que acompañan a los candidatos y la seguridad policial. A sentirse parte de la historia.
Estaré por allí. Y si las musas me escuchan, aprovecharé para decidir mi voto.