Tapas 45 / Julio -Agosto 2019
Estupefacto y triste. Busco un supermercado que venda las veinticuatro horas. Le pregunto a Siri y, por fin, aparco en la puerta. Lo intento al menos, pero no lo consigo, al darme cuenta que una docena de personas me miran entre desafiantes y avergonzados, con los ojos rojos por los destellos de luz (como cuando se fotografía a un perro en medio de la carretera, de noche, y al revelarlo sus ojos parecen los de un zombie). Hay algo de zombies en las personas que recogen la comida de los cuatro cubos de basura del Carrefour 24h. Van bien vestidas. Hay los mismos hombres que mujeres. Durante los segundos que tardo en acelerar para no molestarles me entra una rabia tremenda.
Por qué los diarios no abren en la portada con esa imagen? Haría bajar la bolsa. Ocultar nuestras miserias nos hace más míseros. ¿Porqué los gerentes del supermercado no organizan la entrega de la comida que van a tirar de una manera digna? Lo voy a repetir: ¿Porqué no evitamos la humillación de gente que tiene la necesidad de buscar los alimentos que han caducado, o simplemente, estan feos y les tratamos como iguales? ¿O es que no son iguales porque buscan comida en la basura y es algo que nosotros nunca haríamos? ¿Nunca? ¿Seguro? Ojalá no nos pase, pero un día voy a llevar a mis chavales a que lo vean, a que sepan que, apenas unos metros, el supermercado estaba abierto y otra decena de insomnes andaba buscando si comprar Zero, o Zero Zero. Cero en conducta.