Tapas 2 / Abril 2015
Ya sabes que la primera vez no se olvida.
Aquella noche de otoño en la que probaste el jengibre y pensaste en la colonia de tu padre. Aquel día que tu chica te enseñó a comer con palillos y el nigiri se te cayó sobre el pequeño bol de soja salpicándote la camisa de estreno.
La primera vez que te las diste de cocinillas, volteaste una tortilla de patata y el huevo se desparramó por los bordes de la sartén. Aquel arroz que bautizaste como socarrat porque se te había pegado como una lapa al fondo en el cumpleaños de tu hermano.
Aquel amanecer en el que decidiste comerte la fruta del barreño de sangría porque ya iba haciendo hambre, y la resaca del día siguiente te enseñó una lección. El dia que probaste los petazetas. Aquel olor del té moruno. Los efluvios del curry en Jaipur comido con la mano izquierda o el bacalao crujiente de Casa Labra. Bocatto di cardinale.
En tu memoria gustativa no solo almacenas sabores a pan recién horneado. También conservas conservas. Aquel día que aprendiste que la nevera de un soltero es terreno abonado para las telarañas. Cuando comprobaste que el matrimonio engorda. Que es más fácil hacer dieta que mantenerse en el peso. Que los helados o son de dos bolas o si son de una, en el tazón parecen hijos únicos.
Aquel día que viste por primera vez una cucaracha tras la cafetera espresso de un mesón de carretera. O aquel sábado en el que cuchicheaste a tu partenaire las carreras de un pequeño ratoncillo jugueteando en un local con una estrella Michelín. La tarde que viste Ratatouille con tus chavales y les explicaste que es como un pisto, pero en francés. La primera vez que un beso te supo a gloria.
Para mí la primera vez fue el mes pasado. Cuando abrí la caja marrón glacé recién llegada de la imprenta y acaricie el papel rugoso de mi primera revista. Pero eso fue ayer. Hoy tienes en tu poder Tapas 2 (El regreso), en castellano y también en inglés en las mejores ciudades del mundo. Ahora mismo vuelvo, que voy a lavarme las manos.