Tengo fiebre. La fiebre de los fotolibros. Colecciono libros de fotografía y ya no sé si busco libros para casa o casa para libros. Recuerdo perfectamente que el virus me inoculó en la casa de Chamberí del fotoperiodista Ricky Dávila. Acababa de ganar el premio Ortega y Gasset de Periodismo, nos enteramos en el verano del 90 el día que Roger Waters escenificó con Tom Waits y otros “amigos” The Wall tras la caída del muro. Dávila guardaba una decena de libros, una antología de Avedon entre ellos, en una alacena con malla de gallinero.
No soy el único. Juan Gatti, director de arte, fotógrafo y gran conversador, me contó en su estudio que “eBay me trae de cabeza. Tengo puestas varias alertas y compro y compro”. Nunca debí escuchar aquella frase. El estudio de Juan Gatti está en uno de los chalets (hace 50 años casas baratas) del callejón de Jorge Juan donde Carmen March y antes Sybilla expresaron su diferencia.
Pago sobrepreso cuando vuelvo de la feria internacional Paris Photo, en la última planta de The Strand ya me conocen, he reservado ya hotel para London Photo el próximo mes de mayo, y no pienso faltar a la feria Fiebre Photobook en El Matadero de Madrid los próximos días 15 y 16 de diciembre.
Para mí, un photobook es una revista enlomada que mira al ombligo de su autor, que pasa de la audiencia. Es un grito bien editado, hijo de la cultura del fanzine y la fotocopia, a veces más raro que su-puta-madre, pero que exuda energía y ganas de que le prestes atención.
Esta vez te enseñamos la casa de Juan Gatti; otro día te enseñaremos, si nos deja, sus libros. Ya sabes que no hay mejor refugio que un libro, ante el crepitar del fuego.
Artículo publicado en T Magazine por Andrés Rodríguez