¡Rómpele la cámara!

Ron Galella, el rey de los paparazzi, sigue publicando. Ya no corre detrás de los famosos. En realidad, hace mucho tiempo que no lo hace. Su último libro, Shooting Stars ‘The Untold Stories’ (Fotografiando estrellas, las historias
nunca contadas’) recopila sus memorias. Atención: Galella es un gran vendedor. No existen paparazzi que no sepan vender. Es el 50% del trabajo: colocar el material, en ocasiones al incauto editor gráfico, o al dueño de la publicación; prometiendo o dejando ver pero no, que el robado (o robado posado) disparará las ventas. Ya, pero ¿qué ventas? ¿Los clics? Esa es otra historia.

Paparazzo Extraordinaire, dedicado a la memoria de su mujer (también fotógrafa), Betty Burke Galella, fallecida en septiembre de 2017, no es el libro más artístico de Galella pero sí el que más cotilleos tiene. El libro incluye material que volverá loco a los buscones de memorabilia: las cartas de Liz Smith al fotógrafo; la misiva en la que Gloria Vanderbilt le pide a Galella material para sus memorias con la fotografía pegada que quiere utilizar; y muchas más… Lo cuenta él mismo: “Mis fotos han ayudado a definir el glamur de la cultura popular juvenil entre los años 60 y 90”. Y es cierto. No ha sido el único. También estuvo Bill Cunningham para el New York Times Style a lomos de su bicicleta, pero sus lenguajes fotográficos eran distintos. ¿Qué tenía Galella? Tres cosas: el ojo de saber a quién fotografiar y como editarlo; estar en el momento adecuado y darse cuenta pronto que si él se convertía en una estrella sus fotos valdrían más.

A Galella le llaman ‘El Padrino’ de los paparazzi modernos (quizás por el famoso puñetazo que Marlon Brando le ‘regaló’ y que le rompió la mandíbula y cinco dientes… y cómo el fotógrafo volvió a perseguirle protegido por un casco de fútbol americano). Pero ojo, en 1972, en total desacuerdo con algunas de las técnicas del oficio (barrido ilegal de teléfonos, coches que se cruzan en la carretera y otras que no se pueden anotar) Galella, cuando ya se había convertido en una celebrity en sí misma, borró la palabra ‘Paparazzi’ de su tarjeta de visita. Más marketing. 

Galella está hecho un cuadro. Tiene 88 años. Sus rodillas han sufrido mucho las largas horas de espera; una, de hecho, tuvo que cambiársela. Le han operado de la espalda. Estoy intentando que venga a Madrid para inaugurar su próxima exposición en Spainmedia Gallery, pero no me promete nada, que es su manera diplomática de decirme que no podrá. 

Ha publicado 19 libros de fotografía. Ebay es buena prueba de ello. Su libro sobre Jackie Onassis, en su primera edición de 1974, firmado por Ron, ronda los 599 euros. En peor estado puedes conseguirlo por 173. Warhol by Galella, firmado también, te costará 200. Viva L´Italia, 74. New York (¡atención al uso de la tipografía en sus libros!), 112 euros, y el Disco Years con Grace Jones en la portada, más de 300. Galella se cotiza, aunque ya podía imaginárselo él cuando publicó sus primeras imágenes en la revista U.S. Camera en 1958. 

Te aconsejo que revises su documental Smash His Camera que fue estrenado en Sundance en 2010. Su amor por la fama, desde su hogar en la calle Oakley, a 12 millas de Manhattan, donde sus padres Vincenzo –“alcohólico de fin de semana”– como lo define su hijo, y su madre Michelina le inculcaron las raíces italianas. Ron fue el tercero de cinco hijos. Estremece ver las fotografías familiares: cotidianas, vulgares, lejos del brillo de la fama que ha hecho de Galella una estrella mundial. 

Las memorias están llenas de anécdotas como cuando cuenta su rutina diaria: “Disparar una foto, editar, imprimir, vender, volver a disparar…”; la portada de Liz Taylor con su collar de “pedruscos” para Cosmopolitan; o el día en que le entregó a Robert Redford en Cipriani’s, donde se celebraba el 20 cumpleaños del Festival Sundance, su libro firmado con la famosa foto del actor. “Te quiero, Ron” le dijo Redford aceptando el regalo. No es para menos, la foto de Redford con sus gafas de espejuelos es probablemente su imagen más icónica. Para Galella su mina de oro fue, sin embargo, Jackie Kennedy, de la que se convirtió en su sombra desde su apartamento en Manhattan hasta la isla de Skorpios donde se enamoró de Onassis.

Su foto de Jackie Onassis el 7 de Octubre de 1977 en Nueva York fue elegida por la
revista TIME como una de las 100 fotos más influyentes del siglo XXI. 

Muy curiosa es la carta que le mandó también John John Kennedy autorizando a fotografiarle, pero solo a él y no a sus acompañantes y nunca en eventos privados.

Las fotos más personales del libros son hilarantes: su amor por los conejos “porque escarban en la basura, como los famosos”, las fotos de sus puñetazos (el de Brando o el de los guardaespaldas de Richard Burton en Cuernavaca).

Y por último sus consejos para seguir su oficio: “Ten en cuenta que un don nadie puede ser alguien algún día”; “haz fotos a todo el mundo, ya las identifica-rás luego si tienen valor”; “lleva tus fotos a los famosos en mano a sus casas; regálaselas, eso te proporcionará otra oportuni-dad para fotografiarles”; “no pierdas el tiempo con los ayudantes de los agentes de los famosos, si quieres una respuesta habla con el que me manda”; “nunca pidas permi-so”; “sé elegante cuando alguien te dice, ‘no pictures”; “investiga antes de disparar una foto, infórmate”; “cuando no estés invitado a una fiesta, fotografía a la entrada y a la salida”.  Y el mejor de todos que yo, sin ser paparazzi, sigo usando:
“Insiste”. Gracias Ron. Dios bendiga tu oficio.

Artículo publicado en T Magazine por Andrés Rodríguez

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