Diez años por detrás del esquí, la vela, la de competición y la recreativa, tiene una oportunidad única para comunicar uno de los deportes más sociales y con los que puedes ser más feliz. Atrapada en la tela de araña del prejuicio que considera la navegación territorio de ricos -donde en el que la tiene más grande (la eslora, claro) es el que más mola-, es una de las grandes oportunidades de desarrollo. Es prioritario que aprendamos de la popularización de la vela en Francia y en Inglaterra y que involucremos a las marcas y a los medios en convertir uno de nuestros activos -los miles de kilómetros de costa que tiene la península- en territorio de felicidad para los españoles y los que nos visitan.
Propongo algunas pistas para acelerar este proceso, que percibo imparable, y en el que pienso involucrarme como navegante, empresario y editor. Así que dejo esta carta abierta en busca de compañeros de viaje. Permanezcan atentos a la emisora. Canal 8.
A continuación enumero algunas consideraciones y otras tantas pistas para devolverle a la vela y a todo lo que la rodea en tierra el glamour que solo tiene si el rey regatea.
Lo primero que hay que hacer es fijarse en como la industria de la nieve ha recuperado un negocio cuya principal dificultad no es ser percibido como un deporte de ricos, sino esperar a que nieve. ¡Por las barbas de Neptuno! Nosotros no tenemos ese problema en la vela. Tenemos buenos mares cerca y muy distintos. «¡Qué suerte!», pensará el empresario que ha invertido en una estación de esquí, “si yo pudiera explotar mi negocio todo el año”.
Las estaciones de esquí en España, sobre todo Baqueira y Formigal, tras las pautas de explotación comercial de Gran Valira en Andorra, hace años que tienen equipos de marketing muy competitivos capaces de involucrar todo tipo de industrias alrededor para que la experiencia no quieras perdértela. Cada marca de automóvil patrocina una estación, con presencia de producto, viajes de prensa y acciones de relaciones públicas para todos los targets. Los bancos supieron ver pronto la oportunidad de fidelización de clientes. Nada de eso ocurre (aún) en la vela. ¿Porqué aún los grandes fabricantes de automóviles no venden coches que naveguen? No es por eso claro.
La náutica, conviene no circunscribir el deporte sólo a la vela, disfruta de un “apre ski” único. Camaradería, experiencias compartidas, entrega de trofeos y vídeo testimonios filmados (ahora) con drones son algunos de los formatos a trabajar con un potencial enorme. Sería un error asociar estos formatos al mundo de los ricos -el esquí también fue percibido así y hoy a ningún becario de marketing se le ocurriría circunscribir la nieve a las clases altas. Pero no se porqué los fabricantes de cava y champagne se han rifado desde años los “beach clubs” y no los puertos deportivos.
Basta un vistazo al marketing blanco (el de las estaciones de esquí) para deducir que el foco de negocio no hay que ponerlo únicamente en el esquiador. En la francesa Courchevel o en la comuna suiza de Zermatt sus calles principales parecen sucursales “heladas” de la milanesa Montenapoleone, la francesa Slone Street o Paseo de Gracia. Las mejores marcas de moda hace años que buscan clientes en las estaciones de esquí. Es fácil ver clientes que compran -Andorra lo popularizó para los españoles hace décadas- y no esquían.
Lo mismo tiene que suceder con la náutica. Armani, Prada, Omega y el resto del portfolio del lujo internacional también lo hacen en los mejores puertos del Mediterráneo. Buena señal. En Ibiza Gucci ya ha promovido activaciones esta temporada, no en torno a la vela sino a la magia de la isla donde tiene tienda. Algo es algo. En la Marina Botafoch Dolce Gabanna y Loewe, entre otros, hace años que tienen tienda pero no se trabajan el aftersail. Atentos al palabro. Hay una oportunidad de negocio inmensa en el Aftersail.
Propongo construir sus cimientos sin perder tiempo. Imagina como ejemplo las posibilidades de marketing de ISDIN (líder en el segmento de protectores solares) en los puertos más glamurosos de España alrededor de la vela. La familia Puig siempre ha sido un firme defensor de la vela durante años. Como posicionamiento de su perfume Acqua Bravapatrocinó la Copa del Rey en Mallorca y luego, para mi una cita imprescindible, la Regata Puig de Vela Clásica en Barcelona. Estamos deseando que vuelva la cita en julio del 2022. Desde luego echaremos en falta a Mariano Puig, que se dejaba ver entre las tripulaciones, y esperemos que su marcha no perjudique el apoyo que la familia otorga hace décadas al deporte favorito de Eolo.
En Menorca, con una vida social más familiar pero muy burguesa, la marca relojera Panerai hace años que patrocina una de las citas clásicas del circuito Mediterráneo en agosto. A nivel internacional las regatas organizadas por Rolex son de lo mejorcito. Tenemos que conseguir que Rolex incluya una regata en España en su circuito internacional. ¡Por allí resopla!, gritan las agencias de comunicación ante la perspectiva de negocio. Esta semana que frente a las costas amables de Cabo de Palos se vio una ballena rorcual. No se pierdan el vídeo, contagia alegría de vivir y de navegar.
Hace diez años que se puso de moda entre los baby boomers sacarse el PER (Patrón de Embarcación de Recreo) -atrás quedan los días en los que el titulín (el primer carnet del escalafón) fue la palabra clave para los primeros navegantes-. Muchos quisimos pilotar y no que nos llevasen. Poder alquilar y no solo ser pasaje. Los más militantes continuaron su aprendizaje con el carnet de patrón de yate. Los franceses de Decathlon se dieron cuenta y empezaron a dedicar más metros. Las camisetas de rayas de marinero se empezaron a vender bien. North Sails se instaló en España y decidió invertir fuerte en traspasar su liderazgo en la fabricación mundial de velas a la moda en las calles.
La náutica necesita incorporar a las agencias de comunicación del estilo de vida. Conviene facilitar el desplazamiento de los más influyentes a los mejores puertos. La vela si quiere recuperar el glamour que merece debería abrir y cerrar las temporadas de turismo. Mucho antes que las discotecas y los chiringuitos. El “mediterraneamente” tan bien tirado de Jaume Alemany y Fede Serra, para Demetrio Carceller para la cervecera Damm debería abrirse a la vela pronto. No solo a los llauts (tan bonitos, tan sexys, tan lentos).
No estaría nada mal contratar buenos equipos de monitores. La enseñanza de la vela se circunscribe a las academias náuticas y allí el glamour brilla pero por su ausencia. Propongo que se enseñe a navegar aunque uno no quiera sacarse ningún título, o no aspire a tener barco.
Si queremos estar a la altura del resto de Europa tenemos que construir la experiencia familiar. Ese ha sido uno de los éxitos del esquí. Y la vela puede hacerlo. El esquí maneja todo el rango de segmentos, el familiar, el de los amigos, los universitarios, los principiantes y los expertos, el de parejas y también el de seniors. La vela se ha quedado estancada en el que quiere manejar un barco ya sea alquilado o propio. El pasaje que quiere tomar el sol y los adictos a los selfies en Formentera.
Asociar vela a propiedad de barco es tan absurdo como asociar esquí a propiedad de los remontes. Es de este axioma erróneo el que asocia navegar a poder adquisitivo. Basta echar un vistazo a la penetración de la vela en Francia para darse cuenta de que pronto estaremos a ese nivel.
Aún tenemos muchos puertos con servicios cutres. Las marcas no entraron en el esquí hasta que las estaciones no se pusieron a su nivel. Es normal. Los puertos necesitan mejorar su gastronomía y su nivel de servicio. Puertos como Port Adriano o Puerto Portals en Mallorca son buen ejemplo de servicio integral, pero vivimos entre dos mundos, el puerto inaccesible para la mayoría de los navegantes y el cutre puerto con duchas oxidadas.