Nadie sabe quién ha diseñado el nuevo logo de la CIA (38°57′6″N 77°8′48″O). No se ha hecho público. En la CIA, el abogado David S. Cohen (57) y su predecesora Gina Haspel, primera mujer en dirigir lo que a partir de ahora llamaremos “la agencia”, deben saberlo. El cambio de imagen de una empresa, y más una así, necesita la aprobación del mandamás. Ignoro si el lavado de cara fue liderado por Haspel o por Cohen o por predecesores, o si andaba en la bandeja de los proyectos aparcados.
Me parece que la mirada de Haspel podría ser la impulsora pero tardaremos en saberlo. El caso es que el autor guarda en secreto su autoría. De tratarse de un diseñador externo me pregunto si le habría venido bien a su portafolio incluir a la CIA como cliente.
En caso de haber sido diseñado “in house” es lógico que no quieran publicar la autoría para no encender los egos. Todo el mundo sabe que el ego de los espías es su mejor arma secreta. El diseñador gráfico Ryder Ripps (34), colaborador de Pornhub, o Kanye West, reivindicó la autoría en las redes pero pronto se averiguó que era mentira, una campaña de marketing.
Un nuevo logo es como un nuevo corte de pelo, quizá te rejuvenezca o puede que te enfade si al levantarte no terminas de verte. Pero lo que es seguro es que anuncia un cambio de rumbo. La intención de la nueva imagen de la CIA es rotunda: ¡Hagámonos con los millennials! Por eso la presentación del nuevo logo sirvió en enero para arrancar una campaña de reclutamiento online.
“Llegan nuevas oportunidades” rezaba el eslogan para captar talento espía, que en esta ocasión va acompañado por modelos de todas las etnias. “Somos la primera línea de defensa”. El hashtag #DiscoverCIA (Descubre la CIA) es en sí mismo una contradicción porque su lado ignoto es enorme. A nadie se le escapa que las agencias de inteligencia no solo reclutan online que el off es importante.
El nuevo logo lanza guiños a la celebérrima portada que el diseñador Peter Saville (65) creó para Joy Division. Saville ilustró en 1979 Unknow Pleasures con una onda de radio pulsar incluida en la Enciclopedia de Astronomía de Cambridge. Alguien debería averiguar si aquel diseño ha vendido más camisetas o más discos. Basta un vistazo en la red para encontrar desde cojines a zapatillas con la imagen impresa en la suela. No toda la panoplia de mercadería es de Joy Division, claro.
Esas ondas se adivinan en el nuevo logo. Esta “coincidencia” ha disparado en la red de redes críticas mordaces contra la agencia desde las tribus de la cultura electrónica. Los hay que escriben que se parece a un flyer de una fiesta rave de Detroit y los que citan a la plataforma de streaming Boiler Room. Los hay también que directamente acusan a la CIA de haberse apropiado del estilo de The Intercept, una página que se dedica precisamente a hablar sobre la agencia. Todos parecen tener algo de razón.
El logotipo es solo la punta de lanza de un cambio de imagen. La web utiliza la tipografía GT America de la familia Grilli Type en su versión extendida y también la Grilli Type misma, y la tipografía GT Sectra diseñada originalmente para la revista suiza Reportagen que es una de mis favoritas.
No hay que pasar por alto que el nuevo logo abandona la tradición de incluir “United States of America” y deja solo “Central Intelligent Agency” de la que se deriva su acrónimo CIA. Nada de lo que haga la CIA, al menos que sepamos, nos es indiferente.
La vida, que es juguetona, ha hecho coincidir el “CIA new look” con el 30 aniversario de las andanzas de Clarice Spector, la valiente agente que trata de atrapar a Buffalo Bill, en El Silencio de los Corderos. ¿Sabías que la agente Spector/Foster y Hannibal/Hopkins tan solo coinciden en la película en cuatro secuencias?
Desde que fue fundada un 18 de septiembre de 1947, el mismo día que entra en activo la USAF la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, no queda nada claro si está en el lado de los buenos o de los malos.
La CIA nos inquieta porque siendo la agencia de inteligencia de nuestros aliados, su historial de malas prácticas -derrocamiento de gobiernos, tráfico de armas, torturas y una retahíla de aberraciones de la que el periodismo de investigación y Hollywood han dado buen testimonio, nos acojona. No incluiré en esas malas prácticas la apropiación de diseños pero no me parece buena praxis que el autor de la nueva imagen no sea público.
¿Se animará Ibáñez -¡Premio Príncipe de Asturias ya!- a rediseñar el logotipo de la TIA? Propongo la creación de la página web TIA.gov para la adhesión de firmas que defiendan su premio. ¿Cuánto tardará el CNI es refrescar su identidad corporativa?