En unos días cumpliré 44 años (soy Géminis). Y pienso esperar otros once años más para firmar los 55.
A los 11, fui un niño más del baby boom. Formación religiosa, clase de educación vial (una vez al año, que duraba lo que tardabas en estrellar el kart contra el semáforo móvil); campamentos de verano y comunión.
A los 22, pensaba que ser periodista consistía en saber escribir bien a máquina, así que me matriculé en una escuela de mecanografía. Al acabar el curso y preguntar por mi handicap, me señalaron a la chica de recepción: “Ella te dará detalle”. Alcancé 464 pulsaciones. Después, trabajé en la redacción de varios periódicos (El Independiente y El Sol), buscando refugio del caos que la Facultad de Periodismo de la Complutense supuso para mí.
A los 33 ya estaba pensando en revistas (intentábamos lavarle la cara al histórico El Gran Musical, algunos CDs con Los Jóvenes Flamencos aún suenan por los bares, embarazamos a Bosé, y lanzamos Rolling Stone).
Ahora voy a por los 44 –un buen regalo de cumpleaños sería esta figura de John Connor, el héroe encarnado por Christian Bale en Terminator Salvation– y sigo haciendo revistas y también números. Más números, otras letras. Capicúa es una palabra que viene del catalán. Cap-i-cua. Cabeza y cola. Editar revistas es algo parecido. Exprimirse la cabeza para llamar la atención, ganar lectores y hacer que una Cola se anuncie en tus páginas. Una revista es una fogata a la que periodistas, fotógrafos, estilistas, anunciantes y lectores se acercan a escuchar y a contar sus historias. Acude y aparta, atrapa y educa. Así de fácil.
Acabo de darme cuenta de que para poder firmar el próximo capicúa, obviamente a los 55, todavía tendré que esperar once años más. Y de que siempre será así, que irán de once en once hasta que cumpla los 99 (espero comprobarlo
en persona). Dos de mis hijos tienen cuatro años. Si los pongo juntos hacen 44. Quedan ya muy pocos días, por tanto, para que entre los tres formemos en fila 4.444. Por cierto, ¿os he dicho que la figura de Bale cuesta 242 euros? Se es o no se es.
(En esta carta hay tres palíndromos, tres frases que se leen igual de izquierda a derecha. Frases capicúas. Encuéntralas).
Artículo publicado en Esquire por Andrés Rodríguez