¿Dónde quedó el mercado de la suscripciones de revistas? Madison Darbyshire (@ MADarbyshire), columnista del Financial Times, pone el dedo en la llaga este fin de semana en el cuadernillo de House & Home del diario propiedad de Nikkei. No hace tanto que los suscriptores de revistas presumían de su fidelidad al título elegido. Es probable que el lector conozca, como yo, a algún amigo o familiar que presumía de su suscripción a National Geographic. Esa es la razón precisa por la que National Geographic, encuadernada con lomo americano, eligió su celebérrimo marco amarillo: para ser reconocida de un vistazo por sus suscriptores en las estanterías. Y Time la copia, eso sí, en rojo, aunque no por razones de suscripción, que la exrevista de Time Warner va encuadernada en grapa.
Una de las preguntas más comunes que los aficionados a internet formulan en los foros es: ¿cuánto vale mi colección de National Geographic? La respuesta es demoledora: a no ser que tengas todos los ejemplares desde el número 1 (especialmente si es la edición americana), lo siento amigo pero tu suscripción no vale nada. Cero.
Es cierto que muchas de las revistas tienen ya disponible su archivo completamente digitalizado online. Muy útil, desde luego, pero no es lo mismo, claro. También es cierto que está mejor visto tener pocas cosas que muchas: el precio de la vivienda sigue disparado, y el minimalismo parece enemigo de la suscripción.
Desayuné hace unos días con el presidente de Correos Juan Manuel Serrano, exjefe de gabinete de Pedro Sánchez. Correos, que acaba de adquirir en Portugal una compañía y que anda con China puesta en el ojo, tiene una oportunidad de oro para ayudarnos a los editores, y a los lectores, a incentivar el mercado de la suscripción de revistas en papel. Personalmente abogo por una suscripción en mano, con mensajero, protegida de los sufrimientos de buzones pequeños e incentivada con beneficios más propios de un club selecto (entradas para eventos, tiradas especiales…) que un envío masivo propio de otros tiempos.
Recomiendo, como lo hago habitualmente en esta columna, la gran bahía de compra venta online de Ebay para hacerse con algunos ejemplares de coleccionismo únicos (viejos Life, Playboy o Time) muy baratos y que se convierten en un regalo único. Yo colecciono los Time en los que algún músico de jazz llegó a su portada (la de Thelonious Monk es una de mis favoritas). Darbyshire cita en su artículo al psicólogo Michael Thompkins, que cuenta “una de las cosas que más le cuesta a la gente desprenderse son las revistas”. Seguro que te habrás escuchado decir: “El próximo fin de semana ordeno”, “En la última mudanza me las llevo a la casa de la playa”. Mi consejo: deje de sentirse culpable por coleccionar revistas, siga suscribiéndose. ¿Que tienen la revistas que las hace únicas? Yo tengo la respuesta, pero permítame el lector que se la cuente, en el número de junio.
Artículo publicado en T Magazine por Andrés Rodríguez