No tengas miedo: este es el mejor jazz de 2016

No tengas miedo. El miedo te paraliza. Si estás rígido la música no puede pellizcarte. No hace falta ser un experto para escuchar lo que te propongo. Ni siquiera hace falta que te guste el jazz. Hazme caso y déjate llevar, amigo lector. Me atrevo a proponerte que los compres porque es una señal de compromiso con la música de la libertad –los encuentras fácilmente en internet- pero si no quieres, escúchalos en Spotify o en Apple Music. No te vas a arrepentir, son para mí (y también para la revista Downbeat) los mejores discos de jazz del año, pequeñas puertas a una vida paralela en la que cada vez que abras una se abrirá otra aún más fascinante. ¡Uno, dos… Un, dos, tres, cuatro!

1.- Silvia Pérez Cruz y Javier Colina. En la imaginación (Universal). Primero uno de aquí. Aún me emociono cuando escucho a la gerundense Silvia Pérez Cruz cantar en el bolero de la cubana Marta Valdés que “está de fiesta la imaginación”. Acompañada de nuestro mejor contrabajista, Javier Colina, la voz de Pérez Cruz te abraza como lo hacen los amantes cuando se reencuentran. Si Lágrimas Negras de Bebo Valdés y El Cigala te dejó, como a mi, patidifuso no esperes ni un minuto y busca este disco que incluye como extra un DVD con un concierto en directo para ver a Silvia sonreir y a Javier escoltarla con la humildad que solo tienen los grandes. Recomiendo: Si te contara.

2.-Bill Charlap. Notes from New York (Impulse). El pianista de Brooklyn en formato trío rinde un homenaje a su ciudad y quizá por eso Abel Matutes y los chicos de Seagram se lo trajeron para tocar en la inauguración del hotel Only You frente a la estación del AVE. Charlap ha elegido para este disco algunos de los temas más clásicos de los musicales de Broadway y puede que la caricatura del músico en la portada ofrezca una de las mejores carátulas del año. Te enganchará si amas New York, si te emocionas con los musicales o si el sonido de piano de madrugada es para ti la banda sonora de un amor soñado. Recomiendo: I´ll Remember April.

3.- David Bowie. Blackstar (Sony). Ya, ya, me imagino que estás pensando que a ti lo que te gusta es Heroes y el estribillo de ch-ch-ch-Changes y el vídeo de China Girl y el ritmo de Modern Love y el rollo de Space Oddity. Y a mí, ¡qué te crees! Y ahora sé que estás pensando que recomiendo este disco porque fue póstumo y eso me ablanda las meninges. Pues no. Es un álbum estupendo. Rarito, eso sí. Este disco para mí es como cuando por primera vez conoces a alguien huidizo, muy tímido, y poco a poco te vas adentrando en su laberinto personal para darte cuenta que es especial. Y cuando pasa el tiempo te dices: “Pero cómo puede ser que la primera vez que lo conocí me pareciese tan extraño si ahora no puedo estar sin él”. Así es el último disco que Bowie. ¿Te imaginas cómo lo escribió y cómo lo grabó sabiendo que sólo se escucharía tras su muerte? ¿Qué alguien como yo de madrugada escribiría estas cosas sobre sus canciones? ¿Y que tú las escucharías? Recomiendo: Lazarus.

4.- John Coltrane. Atlantic Years in Mono (Atlantic). Déjame que me explique que no voy de mira-todo-lo-que-sé-de-jazz. El saxo tenor de John Coltrane es más adictivo que el Magnum de crocanti en verano. Lo que aquí te recomiendo son todas sus grabaciones (6 discos) para la discográfica Atlantic pero ¡en sonido Mono!. ¿Por qué? ¿Tiene sentido recomendar el sonido monoaural cuando el estéreo lo batió con creces? Claro que sí, porque los discos fueron grabados cuando el estéreo aún no se había inventado. No importa que lo vayas a escuchar con unos auriculares del chino apretujado en el metro. Esta antología de Coltrane cambiará tu vida y es más sana que el helado industrial te lo garantizo. Recomiendo. Giant steps.

5.- Nina Simone. What happened Miss Simone? (Eagle Rock Entertainment. DVD). No es un disco, lo sé, es un documental de Liz Garbus, pero cambiará tu vida si es que aún la voz cavernosa de Nina Simone no lo ha hecho. No te resistas. La rutina nos hace envejecer antes. La tortuosa vida de Nina Simone, grande entre las grandes, te sacará de tu zona de confort. El documental lo encuentras en Netflix o en la red con facilidad y su banda sonora en un playlist de Spotify. Déjate abrazar por Nina y nada será igual. Si te apetece un podcast sobre esto puedes escucharme argumentarlo en www.spainmediaradio.es (DrJazz. La historia jamás contada de Nina Simone). Te recomiendo. Mississippi Goddam (live).

6.- Roberto Fonseca. Abuc (Impulse). Roberto Alain Fonseca Cortés, cubano del 75, pianista, ha sido músico de acompañamiento para los Buenavista Social Club, compone todos sus temas y está influenciado por Keith Jarret y Pérez Prado. Apúntatelo porque bien podría ser el relevo generacional de Bebo y de su hijo, el gran Chucho Valdés. Recomiendo: Afro Mambo.

7.- Brian Bromberg. Full Circle (Artistry Music). Ni te preocupes porque no lo hayas oído nunca. Date cuenta que cuando no conocemos a alguien es más fácil no escucharle que hacer el esfuerzo de ponerlo a ver qué pasa. Brian es un multinstrumentista que en este álbum se encarga del contrabajo y también de la batería. ¿Te imaginas dominar dos instrumentos así? Rodeado de músicos de Los Ángeles que te harán soñar con aquellos años en los que Chet Baker era la estrella del jazz blanco frente a las olas de Venice Beach. Recomiendo: Don´t stop till enough (si, la versión de Michael Jackson).

8.- Sara Vaughan. Live At The Rosy’s (Resonance). ¿Has estado en Nueva Orleans? ¿Aún no? ¿Has visto El Corazón del Ángel de Alan Parker? Haz tus deberes si contestaste que no. El Rosy´s –ahora Rosy´s Jazz Hall que se ofrece para bodas y otros eventos (500 Valence St.)- era uno de los clubs de jazz de referencia de la ciudad cuando en 1978, con la revolución punk en ciernes, Sarah Vaughan ofreció estos dos conciertos a sus 54 años. Si lo escuchas con unos buenos auriculares (mis favoritos son los Grado RS1e) puedes ahorrarte más de once horas de avión con las rodillas encogidas, pero no sabrás lo que es caminar bajo la luna llena de Bourbon Street sintiendo el espíritu de siglos de esclavitud y jazz en cada esquina. Recomiendo: I fall in love too easily.

9.- Eli Degibri. Cliff Hangin’ (Blue Jazz). Estamos de acuerdo, el mundo se divide entre los que piensan que el jazz es negro y los que no. Para los que no (hay algunos días en los que me encuentro en ese grupo) la llegada de este saxofonista israelí ha dado que hablar. Tiene un sonido muy limpio, cristalino, y eso llama la atención porque solemos asociar buen jazz a sonido roto. Para entendernos, a veces Degibri recuerda a Kenny G pero a Eli no te lo imaginas sonando noche y día en el altavoz de un ascensor y tu deseando escapar de allí. Recomiendo: Kind of blues.

10.- Merlene Verplanck. The Mood I´m In (Audiophile records). ¿Sabes cuantos años tiene? (Dios me perdone la descortesía). 83 castañas. Cuando escuches este álbum y la oigas cantar no querrás, como me pasa a mí, otra cosa más que poder verla en directo. Durante décadas ha estado explorando esta mujer el gran cancionero americano en discos sucesivos, cantando en orquestas como la de Tommy Dorsey. Este es su álbum ¿número?…24 y acabar de descubrirla me hace pensar que esta música de la que escribo es maravillosa. Espero haberte contagiado mi entusiasmo por ella. Recomiendo. Me and the blues.

Artículo publicado en El Español por Andrés Rodríguez

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