Escribo esta columna con mal cuerpo. Es imposible que el visionado de Leaving Neverland (HBO) no te lo deje. La pregunta es sencilla de construir: ¿podemos disfrutar de la grandeza de una obra artística ajenos a la vida privada de su creador? La respuesta es tan compleja como la conciencia de cada consumidor. Lo mismo sirve para Woody Allen, para Balthus (hasta el 26 de mayo en el Museo Thyssen de Madrid) o para Michael Jackson, cuyas acusaciones post mortem no tienen de ninguna manera el mismo peso que si estuviese vivo. Porque no puede defenderse.
El caso de Jackson es extraordinario donde los haya. Tan solo la evolución de su nariz, de redonda y afroamericana a pizpireta de cirugía, o la despigmentación de su piel tras la quemadura accidental en el anuncio de Pepsi y su padecimiento de vitíligo (tal y como le confesó a Oprah Winfrey) han conformado un viaje en el que todos los fans le hemos ido acompañando con sentimientos enfrentados.
Últimamente, el documental dirigido por el inglés Dan Reeds (@danreed1000) es de lo que habla todo el mundo. Reed ya había firmado uno en 2014, titulado El cazador de pedófilos, que fue premiado como mejor documental por la Academia Británica de Televisión. Los testimonios en primera persona de dos niños, James Safechuck y Wade Robson, que compartieron con Michael Jackson intimidad, son estremecedores y narran la peculiar relación de Jackson con las familias de estos dos chicos desde 1987, tras el lanzamiento de su álbum Bad. En la portada del DVD un eslogan de la revista Rolling Stone: “Duro de ver, aun más duro de ignorar. Imposible de olvidar”.
La emisión del documental en Channel4 consiguió un 20,8% de share (4,7 millones de personas) y se convirtió en el más visto desde 2017. Aquí puedes verlo en Movistar, pero ojito que las declaraciones de los dos testigos de cargo son explícitas. Al Jean, guionista y productor de Los Simpson, ha quitado de la temporada tercera un episodio con Jackson tras ver el documental. Es la reacción del ‘por si acaso’, la del no quiero de ninguna, repito, de ninguna manera ver implicado mi prestigio en un caso tan oscuro.
Y con la polémica desatada, todos opinan. WikiLeaks, para tocar las narices,publicó: “¿Es cierto el documental sobre Jackson? No lo sabemos, pero sí sabemos que unas técnicas de edición de presupuesto alto pueden hacer creer a la audiencia cualquier cosa, verdadera o falsa”.
Hay muchos testimonios que defienden que la personalidad de Jackson estaba encerrada en la de un niño, que no tuvo infancia porque su padre se la arrebató haciéndole girar con sus hermanos… ¿Justifica eso algo? ¿Rompo mi álbum en vinilo de Off The Wall? No lo pienso hacer. No lo hice cuando el juez sentenció que Don´t Stop ´Til You Get Enough era un plagio de Soul Makossa del saxofonista Manu Dibango. Los autobuses de Londres han circulado estos días con la campaña ‘Michael Jackson es inocente’ organizada por la MJ Army (el ejercito de fans de Jackson). Los Angeles Times, hace tan solo una horas, publicóque Louis Vuitton cancela su línea masculina 2019 inspirada en Michael Jackson. Como para arriesgarse.
Trabajé para Jackson unos meses, al frente de la comunicación de sus conciertos en Canarias (26 de septiembre de 1993) dentro del Dangerous World Tour para el productor italiano Pino Sagliocco. 55.000 personas pagaron 5.000 pesetas de entonces por ver a un Jackson que, horas antes de subir al escenario, se dio una vuelta por Loro Parque de la que queda testimonio. Le acompañaba su madre, a la que llevamos de compras. Si el documental es cierto, todo lo narrado allí ya había sucedido… O continuaba sucediendo. Cuando llegó su avión, dos niños vestidos con el traje tradicional de La Orotava le esperaban para darle la bienvenida.
Si el lector quiere investigar más en profundidad sobre el trabajo artístico de Jackson, le recomiendo On Michael Jackson de Margo Jefferson (2006) o el libro de fotografías del suizo Henry Leutwyler, Neverland Lost (Steidl) que tuvo la oportunidad de fotografiar su archivo de vestuario –Spainmedia produjo una exposición en Madrid sobre este trabajo hace cuatro años–. Y desde luego el documental ‘pseudo-verité’ Leaving with Michael Jackson, de Martin Bashir, que, durante dos horas, ofrece una imagen del músico que cuenta lo complejo que es estar en su pellejo. Nadie olvida la escena en la que entra en una tienda y va ametrallando al vendedor con todo lo que quiere llevarse, sin ni siquiera tocarlo. ¿Estaba actuando para la cámara o es que era así? Las dos cosas.
Wade se ha convertido en un coreógrafo reputado que ha trabajado para El Circo del Sol o Britney Spears, entre otros. Según Forbes, Jackson ha generado, desde su muerte en 2009, hasta 2.100 millones de dólares, casi el 50% de lo que facturó en toda su vida. Los muertos así son bien rentables.
La pregunta que encabeza este artículo, disculpe el lector si no termino de contestarla porque debe ser usted quien lo haga, abre muchas más… ¿Cómo es posible que unas madres acabasen dejando dormir con tranquilidad, sin temor, a sus hijos en el cuarto de Jackson? ¿Cómo es posible que eso no le sucediese a una familia deslumbrada por la fama, sino a varias? Es difícil sacar conclusiones fuera de un contexto. Lo que es seguro es que Jackson parecía salirse con la suya. ¿Es eso ganar? Parece que de ninguna manera.