La flor del Hibiscus, de nombre Jamaica -como la patria de los Wailers- da nombre desde 1950 al mercado de flores más bello de América. «¡No me haga fotos se lo ruego!», me increpa una chiquilla más con tono de suspiro que de orden, mientras intento no mojarme las zapatillas entre charco y charco. Tardo unos segundos en comprender que la artesanía está también regida por el derecho de autor.
Una cuadra completa entre la calle Congreso de la Unión y la transitada Avenida Morelos en Méjico capital acoge más de 1500 puestos, 131 especies de los campos de Chiapas, de Puebla, de Veracruz o de Michoacán y dicen que más de 90 géneros distintos. Menudo parque de atracciones para el apéndice que sujeta mis gafas. Hoy entró la primavera. Hasta las coronas de muerto parecen contentas en Jamaica a la espera de su destino final, unas encima de la losa, y otras junto al difunto, a la sombra.
Mientras sorteo los charcos me doy cuenta que necesitamos alguien en esta revista que escriba de plantas y flores. De lo que significa para hombres y mujeres. Alguién que sepa transmitir emoción y conocimiento. Si te atreves puedes escribirme.
Carta publicada en L’Officiel por Andrés Rodríguez