Me preguntan a menudo sobre mi oficio y yo, con la osadía del muletilla que quiere ser torero, me lanzo al ruedo y les canto mi tarantela. Mira, el periodismo está más vivo que nunca. Jamás un periodista, o alguien que quiera serlo, tuvo luz verde para que cualquiera le leyese sin necesidad de tener los medios para hacerlo. Mi interlocutor se para a pensar y antes de que se trague la croqueta ardiente de Casa Labra regreso al ataque. Lo que está en reconversión es la patronal y el que está pagando el convite es ese sobrino tuyo que quiere ser periodista y que es muy probable que no pueda pagar los pañales de su hijo a no ser que lo contrate una agencia de comunicación.
Nos ocurre lo mismo que les pasó a los astilleros cuando los coreanos hacían los barcos más baratos que nosotros. Cualquier reconversión es dolorosa. A nadie se le escapa que es internet el que le ha dado la vuelta a la tortilla. Los que manejaban los medios, los empresarios (yo ahora lo soy también) han perdido el privilegio de ser los media, de ser los mediadores, de la información. Y lo que es peor: han ganado tanto dinero que, narcotizados por la pasta, ahora no saben qué hacer.
La televisión le está viendo las orejas al lobo con los usos de otras pantallas. ¿No me digas que sigues viendo la tele sin echarle un vistazo al móvil a la vez? La radio se defiende pero le está entregando a Twitter parte de sus contenidos de manera gratuita. Y los compañeros de la prensa escrita proclaman una y otra vez la muerte del papel, cuando no se dan cuenta que el papel no murió nunca, siempre se recicló. Y lo sé yo que lo vendí al peso algunos años.
Nosotros somos socios de El Español porque creemos en el periodismo como una de las herramientas imprescindibles para evitar que el poder abuse de nosotros y se corrompa. Cómo se haga ese periodismo no me preocupa ni lo más mínimo, porque no pienso dejar que la forma, que el formato, quiebre mis ganas de cultivarme en mi compromiso con el fondo.
Aun así, soy infinitamente feliz al ver que mi hija ha decidido ser periodista, como su madre, como su padre, como tú, o como tú, que nos lees.
Artículo publicado en Esquire por Andrés Rodríguez