La canción del verano ya no es un estribillo, ni un disco rojo, ni un baile. Tampoco el francés Georgie Dann está para hacer bolos por los pueblos. La canción del verano es un helado crocanti, en formato de campaña de publicidad, pensada por tres mujeres y una cuarta, la señora Rushmore, para el cupón del verano de la Organización Nacional de Ciegos. Parida para vender cupones -yo ya tengo el mío-, no puede incluirse en Spotify. La ONCE ni se imagina los millones de euros en impactos que se pierden por eso.
Rebobinemos. Tres mujeres se sientan a pensar. María Gomis, Ángela Cadiñanos y Elena Delgado. Se ponen de acuerdo en una idea: “El verano te sube el guapo. Por eso mola”. Y se ponen a escribir cómo se cuenta eso, como lo dice el pueblo llano, el que compra el cupón, el que decide. Al que le habla Paolo Vasile y le hablaba Iván Redondo.
Rebobinemos un poco más. A José Battaglio me lo crucé muchas veces en la brutal Facultad de Periodismo de la Complutense, deambulando inquietudes. Vi su primera actuación en el Rock Villa de Madrid, y ¡hostia qué guitarrazos!, pedazo de banda. Cantante chuleta y eso del western-punk, ¿a qué vino entonces? Año 1984. Felipe llevaba dos en La Moncloa.
Battaglio (Esqueletos, La Frontera, Seres Vacíos, Ana Curra…) recorrió su camino como rock star. Y hoy es para “los Rushmore”, así se conoce al listón de talento que Marta Rico y Miguel Vizcaíno generan a su alrededor, su nombre es sinónimo de garantía. El sello de Battaglio, barbudo a lo Rick Rubin, es Heaven Music, editora registrada junto a su socio Kaelo del Río.
En su portafolio campañas para Iberdrola, Ikea, Aquarius, el venerado Atlético de Madrid de Vizcaíno y los Gil, ING Direct, Yoigo, Euromillones, La Casera, Mercedes Benz o Vodafone…pero eso da un poco igual. Puedes hacer muchas campañas y no dar nunca en el clavo. La voz profunda del italiano Pino D’Angiò, seudónimo de Giuseppe Chierchia -canta Manuel Fernández-, les sirvió para rematar la ma quale idea.
¿Hay una mirada femenina en las metáforas elegidas para tararear el subidón? Elena Delgado me cuenta: “No lo creo”. ¿Las imágenes hubieran sido distintas si el equipo creativo fuese masculino? “Eso no se sabe, pero hemos intentado que haya paridad en actores y en textos”.
La propuesta se presentó a los directivos de la ONCE y en estas reuniones hay un protocolo no escrito. Son los gestos del oficio. El cliente suele disimular y nunca confirma si le gusta. ¿Por qué? Porque si ha convocado un concurso no debe hacerlo. “Nosotras notamos qué gustaba, pero no nos dijeron nada hasta que habíamos ganado”. Entre que Elena y sus compañeras presentaron la idea hasta que rodaron pasó un mes y medio.
La canción era más larga, 60 segundos, pero en la televisión mandan los spots de 20, y en la radio las cuñas pueden ser más cortas aún. “Si te escuchas las tres cuñas que hemos hecho seguidas escuchas todos los textos”. La letra de la canción es buenísima. Cada uno tiene sus frases favoritas. Yo recomiendo si aún no ha visto el spot escuchar primero la cuña para que el texto sea el verdadero protagonista. Pero que elija el lector.
Mis apuestas: Apolo en polo. Soy un géiser. Soy del fuego la cerilla– (muy lejos del viejo Todos contra el fuego estival); Un choque de trenes. Tuvieron que evitar marcas, que a la ONCE le hubiera tocado aflojar pasta, o nombres propios –La tableta de un romano podría haber sido la tableta de Cristiano. ¿Se hubiesen vendido menos cupones en Cataluña entonces? La rima terminó de coserlo todo. Y Estoy crocanti, mi favorita, se ha convertido, “un poquito de por favor”, en la coletilla de este verano en el que todos nos queremos comer la vida.
El spot se grabó en Benidorm. “No queríamos frikis, si hubiésemos puesto actores con esos textos habríamos perdido potencia”, explica Elena. El resultado lo pone en duda. Parecen actores y algunos serían admitidos en el club de freaks, pero hubiera sido peor con un casting de rarunos.
El spot se dispara con la campaña de televisión porque al principio solo con la radio no arrancó. Y comenzaron los memes. Bromas con politicos. Mirándose al espejo tocándose con el estoy crocanti. Y llegaron los haters, “odiadores” de Twitter, que son el termómetro de que la campaña ya ha pegado. El cliente no debe preocuparse a no ser que el nivel de odio se exceda.
“Yo sabía que iba a funcionar porque se la enseñé primero a mi madre y ella es la prueba del 9”, me cuenta Elena, desde el super, con el niño con pataleta. Los gritos del chaval prometen. Debe “estar tremendo”.
Llámame Tiramisú es el que voy a usar esta semana. Pero si te sobran 6 euracos, el sorteo es el 15 de agosto, el día que los marineros, con sus manos ajadas de tejer redes -no hay ninguna máquina en el mundo que las zurza- llenan sus chalupas de banderas de colorines y rinden homenaje a la Virgen del Carmen que, entre otros milagros, será la que decidirá si te toca a tí o me toca a mí.