Me quitaré la máscara, aunque estemos en Carnaval. En esto creo hoy, el día que mando a imprimir esta revista. Mañana, seguro, creeré en otra cosa.
Creo que vivimos mejor que nunca, aunque hay muchos que viven peor que antes. No me olvido ni un segundo. Creo que el mercado reventó las ideologías hace décadas. Y que el Tío Gilito y Karl Marx son colegas y se están descojonando de nosotros. Creo que el boxeo es un deporte. Que Sinatra era un gran golfo. Pero Chuck Berry aún más.
Creo que los chicos malotes les gustan más a las chicas, pero sólo al principio. ¿Me equivoco? Creo que cuando te equivocas no se te olvida más (pero eso no te garantiza que no la vuelvas a cagar). Creo que no hace falta un ordenador para hacer una buena portada, basta con un dibujo en una servilleta. Y si es de papel de bar, te saldrá mucho mejor. Creo que una revista vieja es una caja de sorpresas. Creo que Muhammad Ali se hizo mucho más grande el día que aparcó su Parkinson para ir al entierro de Joe Frazier.
No creo en Dios (pero eso es muy personal). Creo en que tú creas lo que te dé la gana. Creo que creer es un bonito infinitivo. Pero hay otros que me hacen creer: crecer, jugar, escuchar, viajar… Creo que el Vaticano debería venderlo todo y repartirlo. Y que la lista de beneficiados no la deberían elegir ellos, sino nosotros.
Creo que los políticos deberían usar el tiempo que emplean en maquinar su titular diario en hacer gárgaras. Creo que abusamos de los abuelos. Y que hacer vivac te enseña que la Vía Láctea es la puerta del paraíso.
Creo que una certeza es el primer paso para el error. Que la prisa mata. Y que mata rápido. Creo que a los periodistas no deberían regalarnos cosas. Creo que el futuro será mucho mejor. Que a un hombre se le conquista por el estómago.
Creo que vosotras estáis mejor amuebladas. Pero sé perfectamente que no sois armarios. Creo que se nos olvida que nos vamos a morir. Que la venganza es una pérdida de tiempo. Que los celos son un abrasivo. Que el rencor puede atravesar una pared. Que Bob Dylan merece ser Premio Nobel. Creo que el talento es mejor que un lingote de oro.
Creo que tu hijo y los míos podrían ser amigos. Creo que la religión es un consuelo que rechazas cuando eres joven y comprendes cuando envejeces. Creo que nos acabamos pareciendo a nuestros padres. Creo que (Rosendo me lo dijo) el rock ’n’ roll no es un arte. Creo que la amistad puede durar más que el amor. Creo que alguien lee mis cartas.
Artículo publicado en Esquire por Andrés Rodríguez