Didac Costa, un tipo con ideas de bombero, zarpa hoy de Les Sables-d´Olonne (Francia) para circunnavegar por tercera vez el planeta azul. Será la segunda ocasión que navega en solitario. Durante tres meses, a sus 39 años, se verá sometido a un sueño polifásico extremo: períodos de un máximo de 20 minutos tras los cuales debe despertarse para comprobar que el barco sigue navegando seguro. Es el mismo sueño de los animales, pensemos por ejemplo cómo duerme un gato o un perro.
Costa firmó su última guardia como bombero de la Generalitat hace un par de semanas. Para clasificarse para esta regata, la Vendée Globe el pasado mes de agosto tuvo que navegar 2.000 millas en solitario por el Mediterráneo, dando varias vueltas entre las Baleares y Cerdeña durante 12 días para no alejarse mucho. Su barco es de tercera mano, Didac lo conoce bien, se llamaba Kingfisher y con él la regatista británica Ellen MacArthur (44) quedó en segunda posición en la Vendée de 2000. Es tan difícil financiar un barco de alta competición que atrás queda la superstición de los armadores que piensan que cambiar de nombre un barco trae mala suerte. El barco, un Imoca Open 60 con 18,20 metros de eslora y 5,30 de manga, se llama One Planet, One Ocean.
Costa, tiene coña el apellido, que llegó decimocuarto en 2007 tras haber salido una semana tarde porque un rayo casi le parte el mástil en el puerto de Olonne destrozándole el sistema eléctrico, pasará 100 días en alta mar para recorrer 24.840 millas náuticas (46.004 km). En el tridente de Neptuno está el destino de estos tripulantes, cuatro de ellos mujeres, de los 33 barcos, 7 de ellos nuevos, y otros “seminuevos” que competirán en la regata en solitario más importante de la historia.
Al que se le olvide que el vasco José Luis de Ugarte fue el primer marino español en acabarla en 1993, suspenso en cultura general. El libro de Ugarte, imprescindible para pesimistas, editado por Juventud, El último desafío, incendió de niño la imaginación de Costa, que desde entonces es un esclavo de la mar y sus cantos de sirena.
Conozco a Costa desde el 2007. Hablé con él entonces justo antes de zarpar, y esperé un tiempo prudencial a su regreso para ir a verle a Barcelona. Tomamos un café vespertino frente al Soho House. Me encontré a un hombre sencillo, preocupado por su futuro, entonces no sabía si la Generalitat le dejaría volver a los bomberos de Cataluña, y aún estaba vigente la excedéncia que había pedido para su gesta.
El mayor peligro en un barco siempre es un incendio. De eso Didac sabe un poco. A tres semanas de zarpar tuvo que regresar a Barcelona para hacer su última guardia como bombero. ¡Qué injusto que la circunnavegación en solitario sea tratada como la locura de un Quijote! ¿Qué hace falta para que se le considere deporte de élite protegido por la administración? El día que los héroes de nuestros hijos sean solo youtubers nos acordaremos de gestas como estas.
Escribí en esta columna sobre la injusticia de haberle prestado tan poca atención –Qué injustos hemos sido con Didac Costa-. Me contó que pensaba ganarse la vida tripulando para algunos armadores pudientes, pero sin alquilarse mucho. En su mirada estaba la tristeza que siente el marino en tierra, y el veneno de los cantos de sirena que una circunnavegación debe producir en cualquier hombre sensible. Me despedí convencido de que Didac había visto cosas más allá de Orion y que no me las iba a contar en el tiempo que tarda un café con leche en enfriarse. Su mirada la recuerdo con el brillo de la pena y el orgullo del héroe. Tenía la belleza del que sabía que los terrestres, corriendo a todos lados para ganar un poco más de dinero o reforzar nuestra posición social, perdemos el tiempo porque la vida está en la mar.
Han cambiado algunas cosas desde entonces. Didac ha perdido un poco la inocencia, reservado como buen marino, ha jugueteado con el crowdfunding y se expone más en las redes para que sus patrocinadores, Sodebo, la empresa fundada por los hermanos Bougro, el Camper de los Fluxa -siempre tan amantes de la mar-, los hermanos Guash y colaboradores como la firma de ropa náutica Musto… tengan el retorno esperado.
Sus stories de Instagram ya cumplen lo que esperan los patrocinadores: complicidad, simpatía, un poco de “veritá” y otro poco de neorrealismo. El equipo de Costa, son cuatro en total, navegaron juntos hasta Olonne, han incorporado los e-sports, y se puede participar en la regata con el #TeamDidac en @VirtualRegatta en pantuflas desde el sofá sin que los rociones te mojen la cara.
No pienso dejar ni un minuto solo a Costa, quizás cuando duerma, porque admiro profundamente el coraje y las ideas de bombero de este Quijote de la mar que hoy zarpa para que el viento le lleve alrededor del mundo de Oeste a Este dejando los tres cabos (Buena Esperanza, Leeuwin y Hornos) a babor. Buen viento amigo.