Querida Carmen:
Andamos preguntándonos (todos, no solo nosotros): ¿cómo serán las revistas del siglo XXI? Como si el XXI viviese en una película inconclusa de Kubrick y no habitase entre nosotros desde hace casi dos décadas. Sabemos algunas cosas, como que una revista es la voz de un grupo de gente con intereses comunes. Sabemos también que las audiencias ahora andan empachadas de información. Que les sobra. Que antes de poner un pie en tierra, al despertar, ya se informaron y en ocasiones desinformaron en demasía.
Sabemos que la mujer hace tiempo que tomó conciencia, pero se nos olvida que «la mujer», así, entre comillas, es una sola cuando nos reclama igualdad y justicia, pero son cada una diferente en la manera de reclamarlo. Sabemos también que las lectoras y sus compañeros esperan de nosotros que vayamos un poco más allá, que sepamos adónde ir y por qué vamos allí. Ya no sirve clasificar a las mujeres en las conservadoras, las fashionistas, las progres, las que leen ‘solo’ tal o cual diario.
Y así están también nuestros anunciantes y la industria de la publicidad revolcados en una centrifugadora en la que parece que tiene más que decir alguien que escribe solo sus stories en inglés que un buen articulista. Aparentar es el estupefaciente de este siglo revoltoso que verá morir a los hijos del baby boom.
Corren tiempos de ideas claras, del back to basics que se nos olvida porque todo lo nuevo nos parece mejor. Son Tiempos Modernos, como la tienda que tiene Carmen Palacios mejilla con mejilla del Teatro Real, donde el poso del art déco se codea con la falta de prisa. Nadie vendrá a contestamos cómo serán las revistas del siglo XXI, porque lo descubriremos entre arenas movedizas y lluvias torrenciales que algunos días lo arrastrarán todo y otros harán germinar las amapolas.
Carta publicada en L’Officiel por Andrés Rodríguez