“La que has liado, Andrés”. Entre susurros, porque el Presidente de ACS y del Real Madrid mide muy bien lo que dice y lo que calla. Florentino Pérez (70) me dijo que estaba sorprendido por tanta expectación camino del photocall. Lo tomé como un halago. “Presidente, no me puedo creer que no hayas toreado en plazas más llenas”, le respondí. ¡Flash! ¡Flash! ¡Flash!
Jueves 1 de marzo. 20.45 de la noche. Hotel Intercontinental. Al otro lado de la puerta giratoria, un vendaval tiene a todos nerviosos. Jaime García-Legaz (50), Presidente de AENA, acaba de llamar para que le disculpemos. Hay lío en el aeropuerto y prefiere quedarse de guardia.
Todo está pautado. El premiado con el Best Ceo Forbes 2017 tiene que llegar antes que la presidenta del Congreso de los Diputados Ana Pastor (61). Dos equipos de relaciones publicas, el del Real Madrid, y el del Congreso de los Diputados compiten y se coordinan por proteger cada uno a su jefe.
Al muro de fotógrafos a mis espaldas le importa un pimiento que mi misión sea recibir a las personalidades; llevan casi una hora apretujados frente a la puerta giratoria del hotel y cada dos o tres minutos me tocan la espalda y me dicen: “¡Oye, cuando llegue te quitas, ¿vale?!”. Me cuesta explicarles que soy uno de los suyos. Que organizo esto. Que tengo que recibir a Florentino y, después, a la presidenta del Congreso. Mientras pienso como decírselo, con el segundo botón cerrado de mi traje a medida de raya diplomática de Lander Urquijo (40), otro fotógrafo me vuelve a dar unos toquecitos en el hombro. ¡Hombre!, exclamo, “ya me ocupo yo de que tengáis la fotografía, no preocuparos”. Cinco minutos más tarde otro fotógrafo volverá a pedirme, previo golpe cojonero, que me quite.
Es uso común que el invitado llegue puntual (alguna vez dan una vuelta a la manzana dentro del coche, o incluso dos vueltas, para estar a tiempo). Es también costumbre que el chófer te llame antes: «El Presidente está a punto de llegar». La voz se corre y los fotógrafos empiezan a comprobar los flashes a base de dispararlos hacia el infinito.
Un minuto antes entra un huésped chino lleno de esas bolsas de colores gigantes que te dan en las tiendas de Serrano cuando te has gastado una pasta. El chino no entiende por qué le hacen tantas fotos. Salgo a recibir a Pérez. Se encuentra un muro de fotógrafos y así comienza está crónica. “La que has liado, Andrés, la que has liado”.
En el hall la crema y nata del empresariado español miden relaciones, comentan los resultados presentados por Ferrovial y ACS, la renuncia de Puigdemont, y miden vanidades. Ya están todos arriba, en la sala de columnas. Más de 200 invitados, con lo mejor de lo mejor de la empresa y la gestión española. Todos quieren rendirle homenaje. Acompaño a Florentino Pérez a la rotonda y le entrego al pasillo de abrazos, esos abrazos que nos damos los hombres que parece que nos abrazamos pero no llegamos a abrazarnos. Hay tantos abrazos como apretones. El día que los hombres aceptemos el abrazo apretao como saludo de negocios, ese día, que tiemblen los convenios colectivos.
Llega Ana Botella. La ha recibido la periodista Lourdes Garzón, que de vanidades sabe y mucho. “Ana, soy Andrés Rodríguez, el editor de Forbes” saludo, “me tienes que perdonar, José no ha podido venir. Está en Estados Unidos”. Ya imagina el lector el apellido de José. La llevo al photocall. Durante la cena tendremos ocasión de escuchar sus opiniones, desfavorables, sobre la gestión de Manuela Carmena y también algunas anécdotas de sus primeros días en Moncloa.
La llegada de Ana Pastor, y que me perdone el protocolo, es menos espectacular. El puesto de Presidente del Real Madrid tiene un áurea única. Muy elegante, tremendamente simpática, pasa por el fotocall -¿photocall? o ¿fotocal?- (ese panel de cartón pluma relleno de foam que en formato 4 x 2 puede costarte unos 1000 euros fabricarlo y donde pones los logos de las marcas, Deloitte y Remy Martin, que te ayudan a pagar la comanda). Florentino sale también a recibirla.
Cuando regreso a la rotonda acompañando a Florentino y a Ana Pastor, yo detrás, con las manos en la espalda, el corro de más de 200 invitados se abre paso como las aguas se le abrieron a Moisés.
La palabra que más te rompe las meninges antes de la cena es un anglicismo diabólico que se escribe sitting. ¿Cómo traducirlo? Algo así, como… “¿Dónde diablos siento yo a todos estos sin que se me enfade ninguno y quede yo bien? Con tantas palabras, es normal que sitting quede más guay. El sitting te obliga a separar parejas. Es un decir. Que Pedro J., en la mesa uno, no esté junto a la abogada almeriense Cruz Sánchez de Lara en la mesa dos. A evitar competidores. A provocar conversaciones. La palabra sitting se lleva de cine con el palabro networking. Networking tiene mejor traducción: hacer contactos.
El protocolo también tiene mucho que decir. Como la Presidenta preside es ella quien estará en el centro. A su izquierda un servidor, a su derecha Florentino que tiene a su vez a su derecha a Iñigo Meirás (Ferrovial), premiado hace dos años. A mi izquierda José María Pallete (Teléfonica,) premiado el año pasado y muy, muy madridista.
En mi mesa se habló, y mucho de Cataluña, de los derechos del fútbol. Pallete me estuvo contando que Zuckerberg (33) es un tipo directo, que tiene el despacho en medio de la oficina, y que cuando entras a Facebook no es raro verle programando. Que está muy preocupado por la educación.
La cena transcurre lenta, quizá porque el aforo se ha disparado y somos más de 200 personas. “Esto es parece una boda…y de las buenas” es una de las frases que más escucharé a lo largo de las cinco horas que pasaron desde que apreté la primera mano y me fui, el último, del salón.
Sandra Barneda (42) ejerce de maestra de ceremonias. Muy guapa, de negro, introduce Forbes y me deja hablar. Aprovecho mis cinco minutos (los había cronometrado en casa mientras lo leía en alto dando vueltas en el salón como un opositor primerizo). La letra del Ipad Pro es tan pequeña que me salto el párrafo en el que iba a contar que pertenecer al Consejo de EL ESPAÑOL es un orgullo para nosotros porque supone estar en la primera trinchera del periodismo. Pero me da tiempo a decir que “me gustaría presumir de que somos rentables. Y como somos rentables, y reinvertimos nuestros beneficios en ser mejores, somos independientes. Y como somos independientes, somos influyentes.”
Cuando uno habla en público parece que no se siente a la audiencia, pero no es así, se les escucha hasta respirar. Noto que murmuran al unísono cuando les digo que “ya no quedan revistas políticas en los quioscos. Y que nuestra nueva revista MAN ON THE MOON va a ocupar ese espacio”. Les cuento que el próximo 26 de marzo el suizo Daniel Humm (42) cruzará el charco y dejará los fogones de 11 Madison Park, el mejor restaurante del mundo, y se plantará en Madrid para recibir de manos de la revista TAPAS el Premio Chef of the Year 2017.
Florentino nos lee un discurso emotivo. Cuando subraya que ACS factura 100 millones de euros al día me hace un guiño. Al terminar llega la sorpresa. Hace una semana me fui a comprar la camiseta oficial del Real Madrid y le grabé el nombre de Forbes y el número 1. Los invitados la ven antes que él y se echan a reír. Florentino ante lo inesperado duda, pero pronto se rinde al detalle y compartimos la foto de la noche. Es el momento más simpático de la cena, pero no el único. El discurso de Ana Pastor fue muy emotivo. Se nota que son amigos. Y que la Presidenta del Congreso sabe comunicar. Florentino tiene que hacer un esfuerzo para que no se le note emocionado.
La crónica en negrita de los asistentes es exhaustiva: Marcelino Fernández-Verdes (ACS), Alberto Alcocer (Alcor), Javier Moll (Prensa Ibérica), Blas Herrero, Rafael Ansón (estamos trabando juntos para que la Unesco reconozca las tapas como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad… pero Marruecos también ha presentado el cous-cous ¿el cous-cous?). José Luis Gómez Navarro (Telefónica), Eva Fernández (EL ESPAÑOL), Miguel López Quesada (Gestamp), Irene Cano (Facebook), Borja Prado (Endesa), Celestino García (Samsung), Hilario Alfaro, Luisa Alli (Ikea), Ismael Clemente (Merlin), Joaquín Arenas (Bank of América), Pere Viñolas (Colonial), Moisés Chocron (Chocron), Darío Vicario (Thyssen Group), Carlos Moyano (Banco Sabadell), Javier González (Bosch), Héctor Ciria (Quirón), Ignacio Escolar (ElDiario), Gonzalo Babé (El Corte Inglés)… y así hasta dos centenares.
Quiero destacar la simpatía de Cuchi (María Ángeles Pérez), la hija de Florentino, excelente cocinera, que prepara la apertura de su nuevo restaurante en el callejón de Jorge Juan. El jueves actuaba Juan Peña, en Gabanna (parece que la licencia de la discoteca se acaba) y que el Wellington va a abrir un spa que compita con el que preparan el Hotel Mandarín y el Four Seasons.
De toda la noche lo que más recuerdo es el dedo anular de Florentino Pérez con los dos anillos de casado juntos, uno sobre otro, en recuerdo de Pitina (Mari Ángeles Sandoval), la persona que no pudo venir y a la que todos echamos de menos el jueves.