Suena en el McIntosh Autumn Leaves (te recomiendo la versión de Keith Jarret). El cielo rinde homenaje a la panza gris de Platero y rompe a llover. Es el momento de ir a buscar los primeros crisantemos (cómpralos siempre cerrados y deja que al abrirse conozcan tu hogar).
Antes de que los fríos te pregunten si vas a setas o a rolex saca el paraguas y a preparar la terraza para celebrar el día de los muertos.
Los cactus que gritan «Venid a verme»
En Madrid hace meses que grita “venid a verme” Desert City, la aventura hecha vivero de la farmacéutica Mercedes García que siempre “soñó poner en marcha un proyecto basado en xeropaisajismo (jardines con baja demanda de agua)”. 400 tipos de cactus cerca del circuito del Jarama (A-1) en un entorno pensando especialmente por el arquitecto Jacobo García–Germán.
Si antes de ir a Desert City quieres empaparte de la cultura cactácea te recomiendo Cactus magazine (@cactusmagazine) ofrece en instagram alojamiento para la fotografía de cactus. Puedes enviar tus fotos con el hashtag #cactalicious. Ojo no pronunciar “captus” que solo escucharlo ya me pincho. No es la única hay muchas: @cactusgardens, @cactusymas o la cooperativa @coron.cactus y así hasta una galaxia lejana.
El paisajista Fernando Caruncho acaba de firmar su segundo libro con la prestigiosa editorial Rizzoli. Mientras lo publica, ya en 2019, te recomiendo Mirrors of Paradise que explica bien su visión arquitectónica del vetusto arte del diseño de jardines. En el diseño de sus páginas encontraras la mas bella respuesta (anónima) de para que sirve un jardín. “¿Para qué sirve un jardín? Para besarse”. Queda claro.
En Madrid Shangai es uno de los más grandes. Cuando llega la planta de temporada el vivero, pegado a la Iglesia de los Dominicos de Miguel Fisac, rebosa de material. Gatos de angora, y decenas de empleados filipinos listos para ayudar, hacen de la experiencia una gozada. Lástima que la máquina de café sea de vending y no se atrevan a servir buenas infusiones. Los precios no son bajos pero el servicio compensa.
Si cuando acabes con Shangai te quedan ganas date una vuelta por Los Peñotes, la empresa de los hermanos Rafael y Nieves Salmerón, lo tiene todo (Bonsáis incluidos), es más caro pero conocen muy bien lo que venden. Completa su oferta con mobiliario, decoración y animales, quizá no habría que mezclarlo pero la oferta funciona y son un clásico de la zona norte.
Flores con más de un siglo de historia
Si no te apetece coger el coche para ir a por plantas entonces date una vuelta por El Jardín del Ángel, la floristería que lleva 125 años en pie en una de las esquinas legendarias de la ciudad. Los dependientes juran que entre las macetas se escuchan las voces de los antepasados de la zona. Raíces espectrales en pleno Barrio de Las Letras, suena bien. Un buen plan previo es ir a conocer La Ferretería el restaurante de la calle Atocha 57 donde estaba la ferretería más antigua de Madrid, allí comprobarás que el jamón combina hasta con wasabi (Eutrema Japonicum). No es coña. Al acabar, si no vas muy cargado, un café en el Central, concierto de jazz si te quedas hasta tarde y unos pinchos por la zona. Si te da tiempo pásate por La Central de Callao. Te recomiendo tres libros: El Bosque Profundo (Sofía Rhei. Ed. Aristas Martínez), breves relatos poéticos con tramas boscosas; uno útil Cómo no matar tus plantas (Ed. D.K) y una de las antologías del maestro holandés del paisajismo Piet Oudolf, autor entre otros del High-Line neoyorquino.
Y para terminar una llamada de atención Autumn Leaves es la versión anglo de Les Feuilles Mortes con letra de Jacques Prevert y música del húngaro/francés Joseph Kosma. Mientras le renuevas a tus lombrices el humus pincha en You Tube la versión de Yves Montand de la película Parigi é sempre Parigi (1951) y átate los machos querido lector que el otoño no es menos romántico que la primavera.