Consumir es presumir. Ya, ya sé que es más rico el que menos gasta y que el consumo es un prozac instantáneo que se volatiliza en cuanto se digiere, pero hay que estrenar temporada. Que tu tarjeta caduque con su banda magnética imantada es una ofensa a los dioses del consumo. Conozco a algunas personas que compran, se dan el gusto de esperar en casa a que llegue el paquete, verle la cara al portero al entregarlo, se llevan el alegrón cuando abren la caja y luego devuelven.
Al día siguiente continúan comprando como si tal cosa en una especie de bulimia de consumo infinito. Desde esta columna viajera propongo a los sociólogos que etiqueten el ansia viva de la compra por internet y que la llamen “bulimia 3.0” que consiste en comprar y devolver lo comprado de manera compulsiva.
Para los que insaciables, sociólogos o no, aquí dejo algunas pistas.
Drake´s es mi tienda favorita para vestir el otoño. Fundada en 1977 con el objeto de proyectar el estilo de Michael Drake. Desde entonces no parece haber perdido su esencia en todos estos años. La compañía está ahora en manos de su director creativo Michael Hill, y ya cuenta con sucursales a los dos lados del Atlántico.
Su manera de entender la moda queda bien claro en @drakesdiary su página de Instagram (162.000 seguidores). Fabrican las camisas en Somerset (Reino Unido) y aunque su filosofía es muy “Kennedy” tienen ya tiendas en Tokio y Seul (ya se sabe que los orientales adoran el ‘look preppy’ y además tienen pasta para pagarlo). La pasada campaña de verano la “chutaron” en Lanzarote. Buen gusto. Su casting de modelos lo escogen fuera de las repetitivas tendencias del mercado global y apuesta por hombres con personalidad real. Nada de “yogurines”.
Vuelve el Walkman. Ahora que cuentas los pasos que das gracias a un reloj de pulsera. Cuarenta años después de su lanzamiento, y de cambiar el mundo, Sony comercializa una edición especial con el mismo aspecto que el TPS.L2 pero con la casete falsa en el frontal. Y eso que ya hay un mercado underground de cassettes en Brick Lane (Londres).
El primer Walkman pisó las calles el 1 de julio de 1979. Su precio equivaldría hoy a más de 600 euros. El precio de su versión revival: 440 euros. ¡Ay si Akio Morita levantara la cabeza! El precio de un Walkman original en Ebay, funcionando y todo: 2.280 dólares. Lo malo, no incluye sus auriculares con espumilla naranja.
¿Fuiste a ver a Javier Colina hacerle coros a Silvia Pérez Cruz y te ha dado por pensar que tu matrimonio recuperaría brío si supieras tocar el contrabajo? Ya te lo imaginas apoyado en el salón con su madera brillante. Tengo la solución: hazte con un Washtube, un bajo de una sola cuerda (fácil de tocar) con un mástil de madera incrustado en un barreño de zinc que le hace de caja de resonancia.
Parece coña eh, pero funciona. Los venden nuevos en washtubbass.net, eso sí, son artesanos y te advierten que no les metas prisa con el pedido. Yo se lo he dicho a Santa Claus que hable con Papá Noel y que se organice con los Reyes Magos no vaya a ser que se líen y en Navidad me vea con tres.
Si te funciona siempre puedes complementar la propuesta haciéndote acompañar con la percusión de una tabla de planchar de zinc, Washboard (25 dólares aprox) de esas que se tocan con dedales. Fiesta garantizada en casa y éxito total la próxima nochebuena.
El regreso de Polaroid, de la mano de Impossible Project, es una buena prueba de como el negocio del revival da pingües beneficios. Polaroid Lab no descansa. Este otoño anuncia un aparato que si sitúas tu móvil encima saca una “pola” de la foto que tengas en la pantalla, sin wifi, sin bluetooth, sin cables. “No es una impresora, no es un escaner” anuncian.
El proceso es el mismo. La pantalla del teléfono positiva el papel. “100% químico” reza el eslogan. Como dice mi hermano con eso salvas un evento. Y si tienes evento quizá consigas redondear el presupuesto. Aún Amazon no acepta pedidos en avance pero si lo compras ya te ofrecen un 10%.
Apunta Fortela, en Milán, Vía Melzo 17, la tienda y marca del consultor de moda italiano Alessandro Squarzi. Apenas unos metros cuadrados con el buen gusto milanés y la actitud de La ley del Silencio con Brando a puñetazo limpio con los estibadores. Venden online pero la calidad de los tejidos, la edición de libros que maneja y la amabilidad de los dos ex modelos que tiene de dependientes merece la pena pegar un salto a visitarla in situ. Espero que Alessandro no lea esto, pero si lo pides hacen un pequeño descuento, que con esos precios, es mucho descuento.