Javier Godó (78), una leyenda de la edición, publicó el jueves un especial de 48 páginas para celebrar 50.000 portadas de La Vanguardia, su diario familiar. Guardo estos especiales como el que guarda sus apuntes de primero de carrera, siempre cuentan entre líneas muchas más cosas que las que dicen. En su carta de presentación, el destacado decía: “Este oficio (el de editor) consiste en atraer talento, encauzarlo y ponerlo al servicio de la verdad”. Ahí queda eso. Cierro los ojos y repaso si esa definición me es ajena o si estoy en las Batuecas (La Alberca, Salamanca). Me niego a que el síndrome de las piernas cansadas afecte a mi vida. La semana en un Madrid al 60% tiene para mí esta crónica en negrita.
Arranqué con Toni Garrido (47); el Ondas por el podcast XRey lo sentí como propio, no porque hubiese participado en nada claro, sino porque al escucharlo -eso es lo que tiene la radio-, lo hice mío. Toni siempre anda un poco más allá, su parka de Adidas verde militar fue lo más comentado ese día en la redacción. Muy moderno. Muy cool. Muy Toni. Esa misma mañana me llegó a la guarida el libro de Ona Vinyamata Nocturnos (Zenith) -nos conocemos solo por Gmail-, abro una página y ya decido que leeré más: “Pequeños placeres: Cuando te avisan con luces de que hay un control policial más adelante. Papá Noel con barba de verdad.(…) Ducharte en un baño ajeno y usar jabones que tú no hubieras comprado. Recibir una postal. Que te huelan las manos a mandarina. (…)”. El libro se apila en la bandeja de salida con otros títulos para leer: Cabeza de Vaca (Ediciones B) de Antonio Pérez Henares, Gustar y Emocionar de Gilles Lipovetsky, Capitalismo 1679-2065 (Ariel) del catedrático Santiago Niño-Becerra (69) y con el que ando ahora, el a favor o en contra de Woody Allen de Edu Galán.
Pego un respingo en la cama cuando leo cómo comienza el libro: “Unos años antes: octubre 2007. Portada de la edición española de la revista estadounidense Esquire: una foto de Woody Allen en blanco y negro con el titular –La tercera vida de Woody Allen. El subtítulo: “O cómo buscar en Europa un mecenas que pague, pero que no te toque… los guiones”. Añaden: “¿Y por qué no lo adoptamos?”. Aquella portada, la primera que edité en mi vida, desde la redacción arriba del Tony2, llevaba una pequeña frase de Allen en el lomo. “El negocio más propicio para la quiebra es una cristalería”. ¿Por qué la elegí? Porque había logrado editar un número, pero no sabía si Spainmedia se haría añicos como un plato de Duralex. Aquí seguimos. Gracias Edu, muy interesante el libro El síndrome Woody Allen: Por qué Woody Allen ha pasado de ser inocente a culpable en diez años (Debate), gran portada.
Comí con Cristina Ónega unas albóndigas de las de antes en Barrutia Y El Nueve, una taberna del Madrid de la Audiencia Nacional. Ya no hay conversación que no comience y acabe por las desventuras de estos meses. “Mantener vivo el Canal 24 Horas -Cristina dirige el canal de RTVE- con turnos, teletrabajos y el virus fue una odisea”, me cuenta, pero ella tiene la raza que este oficio necesita. Las albóndigas estaban de chuparse los dedos, pero ahora si te chupas los dedos lo mismo se te aparece Fernando Simón y te dispara con el neuralizador de Men In Black.
Una mañana de niebla fui a ver a Antonio Asensio (39), buen amigo. Me quedé clavado al ver el casco de Mortadelo de la película de Fesser. Lo mejor de la nueva película de Fesser Historias Lamentables, es el papel de Gloria Ramos (27). Se sale. No puedo evitarlo y le cuento a Antonio que los sillones y la mesa que lucen en la terraza son diseño de los hermanos Ronan y Erwan Bouroullec. “Joder, estás a la última”, me dice. “No, Antonio, a la última estás tú que los has elegido muy bien”, le contesto.
Atentos a la potencia audiovisual de Antonio, ya la conocemos -Paesa y tantos otros-, pero este tipo es un volcán de ideas. Su Z Audiovisual dará mucho que hablar. Al despedirme me cruzo con Dani Mateo (41) frente a la mesa de ping pong de la entrada. Las raquetas están mudas. Los saludos con mascarillas son peores que buscar novia en un speed dating de esos.
Hablo con Blas Herrero, está contento. Eso no es mucho decir porque siempre está contento Blas. “¿Cuánto tiempo estuviste en Prisa?”, me pregunta, “trece años, hace trece años”, le contesto. La pregunta no tiene dobleces la respuesta tampoco. Quedamos en vernos un día él, su hijo Blas y el mío que se llama igual. Mola mucho Herrero, es puro entusiasmo.
La portada de Tapas de diciembre casi se muere antes de nacer. Queríamos fotografiar a Kiko Veneno (68) en Sevilla para la próxima portada, pero el conductor de Cabify se equivocó de día y Kiko se envenenó con el plantón. No es para menos. Todo se recondujo y en una semana lanzaremos la cover de uno de los artistas que más admiro. Tendrá su guasa. Su mirada mezcla las greguerías de Gómez de la Serna, la poética de Krahe, la rumba del Peret y la mala hostia de Robe. Kiko puede ser punk y poeta en un solo acorde, en una sola rima.
El viernes charlé en directo con Roca Rey (24); yo en Almagro -la calle de los Fondos y la redacción-, él en su casa en el campo en Sevilla. Pusimos en valor la palabra “maestro” que la tauromaquia conserva pero los otros oficios han perdido. En el directo de Instagram llovían los halagos para el Andrés torero, pero al Andrés entrevistador le cayeron dos o tres insultos (eso sí, desde Tijuana); el más divertido fue el que tenía que ver con mi corte de pelo al uno. La tauromaquia necesita visibilidad y comunicación profesional. Es tan urgente como llenar las plazas. En apenas unas horas dos novilleros me escribieron al móvil pidiendo que también los entrevistemos. Ese tiempo en el que tu número de teléfono era exclusivo de los tuyos se esfumó.
Pasan muchas cosas en este Madrid herido de política y falto de sentido común, pero pasarán más. Pronto se abrirá la nueva tienda de Gandía Blasco, en una de las mejores esquinas de Madrid, Ortega y Gasset con Núñez de Balboa. Álvaro Gandía Blasco llevaba tiempo detrás de pisar más fuerte en la ciudad. Suerte amigo. Cuenta con nosotros. Muy cerca de la nueva tienda está el cuartel general de Llorente y Cuenca (LLYC). Desayuno con Gustavo Entrala. Gustavo es de esos tipos que te dan ganas de abrazar. Salvador Illa me perdone, porque sabe que hablo metafóricamente. Tiene unos ojitos pequeños pero vivos y la inteligencia rápida de una ardilla. Acaba de incorporarse al trasatlántico de José Antonio Llorente (59) para ayudarles en la estrategia tecnológica. Buen fichaje. Auguro un matrimonio de conveniencia bien avenido.
Más café con amigos. Esta vez con Daniel Busturia, presidente, entre otras muchas cosas de la Academia de Gastronomía de Ibiza y Formentera, que se pasa a verme para llevarse el libro Forbes Best Doctors que acabo de publicar. Aprovecho y le pido ser aceptado en la Commanderie de Vinos de Burdeos, que mantiene viva junto a su presidente Pelayo “Varma” de la Mata. Aprender y beber son dos palabras que riman bien. La próxima cena el viernes 11 de diciembre, si es que puede celebrarse, será en el Four Seasons. El sábado habrá mañana de caza.
La semana que viene ya tengo bien apuntada la presentación en el Hotel Palace de la marca Hispano Suiza, de la mano de Yolanda Sacristán. “Ya veo que estás on fire”, me escribe. Me lo tomo como un piropo. La presentación tiene muy buena pinta. Tienen que volver cuanto antes las presentaciones. Joan Tarrida, el editor de las memorias de Gregorio Marañón para Galaxia Gutenberg, ha retrasado su presentación hasta el 10 de diciembre en el Teatro Real. Marañón charlará con Iñaki Gabilondo. No me lo pierdo. Como cierra siempre el maestro Miguel Ángel Aguilar en su píldora radiofónica en la SER: “¡Atentos!”