«Ni engrase, ni agua, solo un poco de gasolina». Así se anunciaba el Renault 4 en el verano de 1961 cuando fue presentado, primero a la prensa especializada francesa en el Salón del Automóvil de París, y luego al resto del mundo. No imaginaba Renault que aquel coche ocuparía un lugar en el corazón del mundo, le bastaba con preocuparse cómo ganaría dinero con él. Pero… ¿qué es la rentabilidad cuando lo que se alcanza es un puesto en el Olimpo del automovilismo? Poca cosa.
«El Renault 4 es un amigo alegre, sin problemas. Siempre dispuesto a la aventura. (…)», escribieron los publicitarios para su comercialización en España. «Es un coche con nervio (…) Suave y sumiso. Nunca te pedirá más dinero del que necesite. (…) Es un amigo solícito y está por encima de remilgos y ñoñerías». Interesante la comparación de tu nuevo coche con un buen amigo. Desde luego la creatividad publicitaria ha evolucionado mucho más que la mecánica del Cuatro Latas que 60 años después aún funciona.
Apodado con cariño «Cuatro Latas» por los conductores que alimentaron el desarrollismo ibérico, el Renault 4 no daba la lata a su propietario. Todo lo contrario. El Cuatro Latas -me cuesta mucho llamarlo Renault 4- fue un gran laboratorio de innovaciones para el fabricante francés. Se trataba de una carrocería Break de 3.6 metros de largo y 1.5 m de alto, montada sobre una plataforma que buscaba una simplicidad extrema. Aunque sus medidas, con capacidad para 480 litros y 5 personas, en su momento fueron vanguardistas, hoy a poco que seas alto no es fácil meterse en un Cuatro Latas.
Si los diseñadores de mobiliario Charles and Ray Eames aumentaron su sillón Lounge 10 cm porque la población había crecido, Renault, si se animase a fabricarlo de nuevo, debería agrandarlo como ha hecho BMW con el Mini. Personalmente espero que no lo vuelvan a fabricar, a Volkswagen no le salió bien el relanzamiento del escarabajo, el Mehari eléctrico de Citroën es un Frankestein y el Mini Cooper antiguo a mí me gusta más (aunque no lleve aire acondicionado) que el nuevo.
Para los interesados en datos más técnicos el Cuatro Latas de lata no tenía nada. Una de las grandes aportaciones del Renault 4 en su momento fue el asiento abatible gracias a un enorme portón trasero, que sorprendió cuando se comercializó, y que resaltaba la intención de ser un coche práctico a medio camino entre el vehículo utilitario y la furgoneta.
Muchas de las unidades vendidas lo adquirieron empresas -Telefónica las utilizó para el mantenimiento de su red- o para pequeños profesionales que optaban por una serie con un techo más elevado, solo con dos asientos delanteros y los cristales opacos. La imagen del panadero repartiendo hogazas a golpe de claxon por los pueblos es muy familiar.
Se trataba también del primer coche en fabricar un motor con tracción delantera desde la Segunda Guerra Mundial. Incorporaba suspensión delantera independiente, rótulas estancas sin engrase -que ayudaba a un menor mantenimiento- y un circuito de refrigeración cerrado y hermético que le permitía funcionar a muy baja temperatura y así ampliar su mercado a países más fríos. ¡Adiós al anticongelante!
El único mantenimiento del Cuatro Latas era el cambio de aceite. Si, como yo, disfrutas la conducción de uno del año 1982, tendrás el desgaste de las piezas y poco más. El runrún de su motor a mí me suena a canción de cuna. Pero lo que me tiene enganchado a su conducción es la palanca de cambios alta que me proporciona una sensación de cercanía con la carretera. Hasta que no metas primera en un Cuatro Latas no entenderás que todos los coches no son iguales.
Me gusta tanto que cuando cojo un coche automático o uno manual con la palanca abajo me siento raro. No exagero si escribo que al conducir otros coches más de una vez el brazo se me ha disparado arriba en busca de la bola negra con las marchas grabadas en blanco tan característica en la palanca alta del Cuatro Latas.
8 millones de unidades se fabricaron en el mundo así que es fácil conseguir piezas, aunque algunas ya empiezan a cotizarse porque el Renault 4 se ha puesto muy de moda en los últimos años. Por las gomas frontales y traseras que protegen el parachoques ya te piden 75 euros por cada una. No son los precios de los clásicos, pero pronto los alcanzarán cuando el Cuatro Latas pase de semiclásico a clásico.
En España el Renault 4 comenzó a fabricarse en la Factoría de Montaje de Valladolid -FASA Renault- en 1963 y se comercializó hasta 1989 y dos años más en su versión furgoneta. En este periodo el modelo fue mejorando desde los 852 cc de su motor C “sierra” a los 1068 cc con 38 CV y Oh là là!, frenos de disco. En 1983 la normativa medioambiental incorporó el catalizador (ahora si conduces uno previo al 82 tendrás que utilizar sustitutivo del plomo cada vez que llenes el depósito. No te preocupes lo venden en todas las gasolineras).
800.000 cuatro latas circularon por España, casi un 10% de su producción en mundial. El 3 de diciembre de 1992 se fabricó el último Renault 4 en Francia, en Valladolid ya se había dejado de fabricar tres años antes.
En la isla de Ibiza el índice de Cuatro Latas por metro cuadrado debe ser el mayor del planeta. Cruzarse con uno es sentirse miembro de una familia, los conductores -o payeses o bohemios- se saludan y el claxon suena con alegría. Un Cuatro Latas ilustra cada año My Ibiza, la guía más molona de la pitiusa mayor, editada por Hjordis Fogelberg. Podría haber elegido para la portada un viejo Land Rover Defender, pero no. En la edición 20-21 el Renault 4 es verde, en la anterior el coche era de color rojo.
En Ibiza las carreteras las dominan dos modelos de coches, ninguno de los dos se fabrica ahora. El Land Rover Defender, en su modelo Santana fabricado en Linares (Jaén) y el original fabricado en Inglaterra, y el Renault 4 Cuatro Latas. Los dos tienen su raigambre en la modelo de vida del payés -el campesino balear-, te permiten meterte por cualquier camino y llegar a cualquier punto. La suspensión de ballesta -un muelle plano que amortigua suavemente- es una de sus bazas.
Aquí en Ibiza, Toni, el mecánico de la rotonda de San Carlos previa al Mercadillo Hippie de Las Dalias o el carrocero Ñakus los conocen bien. Toni, con la característica socarronería ibicenca, dice: “Ya me gustaría a mí que todos los coches que me traen fueran como este. Nada de electrónica. Hay piezas de repuesto y tiene una mecánica noble. En las ITV los adoran. Eso sí, no te des un “besito” frontal (diminutivo en el argot de un golpe con el morro del coche) porque el beso más pequeño se carga el radiador y esa avería te estropeará el fin de mes”.
Si los coches clásicos te gustan, no sabes por dónde empezar o tu presupuesto no alcanza para grandes lujos prueba con un Cuatro Latas, puedes encontrarlos en buen estado entre 2.000 y 3.000 euros. Eso sí, el aire acondicionado solo se enciende si abres la ventanilla del conductor y la del pasajero a la vez.
Si no tienes sitio en el garaje puedes animarte con el modelismo. La casa francesa Heller comercializa a escala 1/24 (62 mm de ancho y 153 mm de largo) el Renault 4 GTL en 124 piezas. Tenía razón aquel eslogan publicitario: “Su belleza es su mecánica”.