El bikini de la Duquesa, la silueta de Es Yedra de navegada, los fuegos sobre Dalt Vila en agosto desde la mar, el talud de arena y las algas de S’Estanyol, el olor de los algarrobos al atarceder de paseo por las carreteras de Sant Joan, las contras del Diario de Ibiza, la sirena del ferry, la plataforma para bañarse en Tagomago, las calas sin cobertura, bañarme como vine al mundo, las camisetas de rayas, los sombreros de paja, los libros de Anagrama, los buzones en Casa Anita, el Festival de Jazz, el empedrado para subir al castillo, el mercado de fruta de la ciudad, el naranja de los Meharis, losflyers, el barco de Pachá, las camisas de lino, las buganvillas, aquella chica, Días de Playa de Javier Krahe, la humedad, el día que vimos 2001 y el día que la volvamos a ver, Roca Llisa, las estrellas, los optimist y el saber que en el fondo de las aguas alguien cuida de ti.
Todas las ibizas son la mía, pero yo no soy de todas. La mía es la isla pequeñita y silenciosa que llevo en el corazón. De ahí este número.
Carta publicada en L’Officiel por Andrés Rodríguez