No hay premio sin estantería. Así que el premio debería ser una estantería. Y para la estantería, si consigues promover los primeros premios que The New York Times (T Magazine Spain) y Spainmedia conceden, un saloncito. No hay premio sin saloncito. Los que ponen el óscar en el baño es que no tienen un buen salón, que diría Rafael Azcona, en El Pisito (Marco Ferreri, 1958).
No hay premio si no hay visitas. Vivir solo mola todo, ya sabes tú, pero un galardón sólo está completo si se recibe. Si recibes necesitas recibidor. Y no se recibe en el baño, porque el baño, por mucho Premio Goya que uno tenga, es para estar solo, o de conversación con tu pareja mientras ella o tú te afeitas.
Así que si tienes la suerte de que te dan un premio (que no sea medalla, que sino esta carta no vale más que para envolver pescado), más te vale que puedas pagarte el alquiler que sube y sube, que en tu comunidad autónoma hayan quitado el impuesto de sucesiones o que vaya bien con el I.R.P.F.
Y luego está el selfie, claro. No hay premio sin selfie, más que nada, porque no hay vida sin selfie. Quién no se autorretrata está muerto. Ni siquiera, los muertos pueden estar de parranda, como bien sabía Peret. Quién no se autorretrata (con el premio, de T Magazine, por ejemplo) no existe, no es, no nos lee. Y si no nos lee, no es, no consume y no se autorretra-ta, ¿para qué diablos lo van a premiar The New York Times y Spainmedia, que son dos buenas marcas, que existen, premian y se fotografían con sus lectores?
Artículo publicado en T Magazine por Andrés Rodríguez