Estas son algunas de las palabras que se llevan muy bien con las piscinas. Unas me gustan y otras no. Elige cuál te gusta; puedes subrayarla bajo una sombrilla –pongamos de José Gandía-Blasco– con un rotulador fluorescente amarillo. Y las que no te caigan bien tacharlas con un edding 300 negro carbón. A mí me gustan limonada (se lleva muy bien con cuchara de palo), reggae (sobre todo Pressure Drop de Toots and the Maytals), agave, algodón egipicio, TAPAS (la revista con sus tocayas las tapas), hamaca, flotador (pero sólo el que es un patito). Me gustan kikoy, crucigrama, gazpachuelo y siesta.
Me gusta cómo suena flash (si es golosina), orquesta (si es la Baobab o la Platería), hawaiana si es por la camisa, y camisa cuando rima con brisa. Y mucho más cuando se alinea con risa. Me gusta ésta de dos letras: té pero sólo si está helado. Y estas dos de cinco: junio y julio. Algunas que son marcas: Duralex, San Pellegrino, Castañer o Polaroid. Y otras que no son de aquí, como cuscús y almohada.
No me gustan los manguitos, las bromas de piscina, la palabra resbalón, inflador me deja sin aliento, y detesto la palabra cloro (cinco letras con las que tengo muy pero que muy poca química).
Pero seamos positivos. Me quedo con dos que acaban igual, bikini y Martini. Esta carta es un homenaje al fotógrafo Jean ‘Johnny’ Pigozzi (del que os recomiendo el libro Pool Party, prologado por Bono. Editorial Rizzoli). ¿Cuál es la primera piscina que recuerdas?
Artículo publicado en T Magazine por Andrés Rodríguez