48 horas en La Habana. Guía del expatriado

Dos días en la Habana es suficiente para que hasta el peor cantante entone: “Cuando salí de Cuba, dejé mi vida, dejé mi amor”. Aunque no reconozcas al bonaerense Luis Aguilé como su autor, el hecho de cantarla es que anduviste por sus callejas y te embadurnaste las cicatrices del espíritu en Ron Matusalem; y que esos dos días quedarán clavados en tu corazón como ese imán que ya no se quiere despegar de la puerta de tu nevera.

A continuación ofrezco mis consejos para una visita relámpago a La Habana post Obama, descubiertos a través de mis espejuelos (gafas en el argot local), gracias a la hospitalidad de un expatriado, con familia cubana, cuyo nombre prefiero mantener para mí.

1.-Paciencia amigo que la prisa mata. Da igual que aterrices con Iberia, con Air Europa o con Cubana. Te da igual llevar el visado sacado desde tu ciudad. El primer consejo al aterrizar en Cuba es, si te ataca la prisa te equivocaste de isla compadre. Recoger tu equipaje en el aeropuerto José Martí supone al menos una hora más de espera. Respira profundo. He visto a turistas suizos perder la compostura y experimentar del mal de la risa floja, al tiempo que por lo bajini se decían el uno al otro: Welcome to Cuba.

Ah y luego te queda la cola para cambiar en el aeropuerto para poder pagar los 30 cucs (30 euros aproximadamente) del taxi al centro. Pero cuando te montas en un almendrón (los viejos coches americanos reconstruidos), si es descapotable mejor que mejor, y sientes la humedad de la ciudad en tu rostro… Todo se olvida.

2.-Aparca donde quieras. Sí, créetelo. Alquilas un carro (chino, ruso, japonés o francés) y aparcas donde quieras. En la puerta del restaurante, frente al club de jazz El Cuervo y la Zorra, frente al Capitolio, al Palacio de la Música o al Floridita. Nadie te va a multar. ¿Te imaginas?

Consejo. Si puedes alquilar un coche europeo. Las anécdotas de las mil y un roturas de los carros chinos son el hazmerreír de la ciudad. Pero no te olvides de que conseguir un coche de alquiler en La Habana es todo un reto.

3.-El wifi del adoquín. Así llama mi amigo a los cientos, casi miles de habaneros que cada noche salen de sus casas, en procesión tecnológica, y se sientan en el bordillo de los hoteles para coger su señal. El favorito, el Melia Cohiba.

En los parques públicos también hay Wifi. Para los cubanos el coste es de 2 cuc (pesos cubanos) una hora y para los extranjeros 3. Los parques llenos de habaneros haciendo skype con la familia son la nueva postal de la ciudad.

4.-La azotea de La Guarida. No es su secreto. Todo el mundo lo sabe. Enrique Nuñéz del Valle lo ha conseguido después de mucho pelear y tiene un restaurante casi de primera.

El cuentapropismo (los pequeños emprendedores) están cambiando la ciudad. Los Paladares, bautizados así por una telenovela brasileña cuya protagonista tenía un restaurante que se llamaba Paladar, son la sal de La Habana. Pero es que La Guarida es la sal y la pimienta. Dicen que su portero fue seguroso (guardaespaldas) de Fidel.

Dicen, dicen… pero en La Habana, la radio bemba del boca oído es la que todo el mundo escucha. Lo que es seguro es que la gastronomía ha llegado a La Habana para quedarse. Que ya hay sitios en la ciudad donde se come bien, el donostiarra Bruno Oteiza, chef de Biko en el D.F. lo sabe bien, y La Guarida es uno de ellos. Dos pistas más. Su terraza, al caer la noche, eso sí, llena de yumas (guiris para los cubanos) de Lonely Planet, huele a océano y a daiquirí. Y su reservado para los fumadores, contiene una de las mejores cavas de habanos de la ciudad.

Consejo. Si no encuentras mesa en La Guarida o quieres cambiar de sitio. Prueba a cenar en El Cocinero o en Palacio del Mar, frente al caribe, una antigua casa premio nacional de arquitectura, hoy reconvertida en excelente Paladas especializado en pescado. Y por el día no te pierdas los mejores frijoles en el Doña Eutimia, acompañados por una malanga de aperitivo.

5.-El Paquete. Aunque en La Habana ya proliferan las parabólicas, toda la ciudad está conectada al mundo exterior gracias a este misterioso servicio que cada miércoles o cada sábado te abre a la información al mundo. Te lo llevan a casa o vas tú a por él. Descargarse el contenido de El Paquete del miércoles cuesta 5 pesos cubanos (25 centavos de euro aproximadamente) y si es el sábado o el domingo 1 cuc (1 euro aproximadamente). El contenido, alucinante para la oferta local, toda la prensa del mundo, todos los informativos de España y Latinoamérica, documentales y películas.

Señores no sé si ya lo incluyen, pero adjunten EL ESPAÑOL, que Cuba es muy española.

Curiosidad. Recuerden que no hace mucho hubo un negocio paralelo para compartir el ¡Hola! El Banco de ¡Holas! era el titular de un repertorio de ¡Holas! viejos que llegaban en los aviones y se alquilaban por un peso. Pero hace años que no se ve ningún ¡Hola! en la isla. El Paquete se los merendó.

6.-El ingenio. La Habana es Cádiz con más salero. Carlos Cano lo firmó y es verdad. Resumir el ingenio habanero necesita un tratado no un articulucho. Una muestra: los bongoseros, imprescindibles en cualquier combo callejero, han sustituido el parche de piel del bongo izquierdo por una radiografía. “Suena mejor amigo… toque toque… y si me da una propinilla yo le hago una fotico”.

7.-El septeto habanero. Más de 85 años sobre el escenario (antes fue un sexteto) lo convierten en la joya de la ciudad. Todos los martes toca a las 16.00 de la tarde. Sí, has leído bien. A las 16.00 de la tarde en El Palacio de la Rumba.

Lo mejor del septeto es su música, tradicional y poderosa. Si puedes échate un baile con Celia, una mujer ciega que no se pierde ninguno de los conciertos. La verás sentada a la izquierda del escenario esperando que la saquen a bailar. Y mientras la acompañas enamórate del septeto cuando canten esto de…. «Me llaman la Z… estoy en las ultimas”.

Consejo. Ten cuidado si durante la espera decides conectarte al wifi del parque y sentarte a la sombra de la gran ceiba sagrada (nadie en Cuba se atrevería a arrancar una a riesgo de un mal fario que afectaría a generaciones). Si acabas reposando en el suelo, sobre la hierba, ya te darás cuenta de que consigues captar señal, pero también de que las hormigas muerden.

8.-¿Que se escucha hoy en La Habana?. Imagínatelo. A todas horas, día tras día, el repertorio completo de Buena Vista Social Club. El Chan Chan y El Cuarto de Tula, mojito tras mojito. Ese es el repertorio para los turistas porque eso no es lo que escuchan los habaneros. Los hits, que se venden piratas en cualquier gasolinera Oro Negro, son Wil Campa y su Me gustas tú, Algo Contigo de Gente de Zona, Bruto de Chacal & Yakarta entre otros. Aunque no te guste el reggaeton, imposible dejar los pies quietos. ¡A gozar!

Consejo. Si no bailas eres un pringao. Si no bailas prueba otro mojito. No importa si bailas bien o mal. Lo que importa es que bailes. Si no bailas no vengas.

Artículo publicado en El Español por Andrés Rodríguez

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